El sábado por la tarde tuve una experiencia (no deportiva) única. Asistí a la entrega del Premio Fonseca otorgado por la Universidade de Santiago de Compostela (aka USC) al profesor Stephen W. Hawking. A continuación, Stephen Hawking impartió una conferencia a nivel divulgativo acerca de los agujeros negros. Ha sido algo alucinante. Cuando lo vi entrar en el Palacio de Congresos y Exposiciones, un escalofrío me recorrió la espalda. La charla fue amena y divertida, expresada a través del módulo de voz y subtitulada en gallego en una pantalla gigante. No os voy a dar más la tabarra con este asunto, pero quería compartir ese momento tan emocionante para mí.
Como todos ya sabemos, este domingo, Gebrselassie batió en Berlín el record del mundo de Maratón. Como ya ha sido comentado por todos, creo que no vale la pena perder el tiempo diciendo más de lo mismo.
El lunes, por motivos de trabajo, no pude ir a entrenar. Salí del chollo a las siete de la mañana para ir a IKEA de Asturias. Al mediodía cargamos el material más pesado en un camión. Por la tarde recogimos el material más ligero y lo cargamos en mi coche. A las diez y cuarto estaba entrando en el aparcamiento de mi trabajo. Entre unas cosas y otras, eran las once de la noche y aún no había salido. Me dio pereza modificar el entrenamiento en el miCoach y se me ocurrió una solución más sencilla: Atrasé el reloj 22 horas.
Hoy, que tocaba descanso, salí a entrenar. Fueron 30 minutos de trote ligero. Me pareció que las aguas del río Mero discurrían al revés. Pensé que sería un efecto óptico, porque una brisa suave iba a contracorriente. Cuando venía de vuelta, me fijé en unas hojas y unas ramas. ¡Iban río arriba! Supongo que sería debido a que la marea estaría subiendo ayudada por la brisa, pero el efecto era ciertamente curioso. Cuando terminé el entreno puse el reloj a las 23:59 y dejé que cambiara él solo de día. Un minuto más tarde lo puse en hora. El objetivo logrado fue el deseado.