domingo, 29 de noviembre de 2009

Bajo la lluvia, el viento y el granizo

Hoy había aviso de temporal y alerta naranja en la costa. Aún así, salí a entrenar pero no fui solo.

Cuando empezamos a correr estaba lloviendo. Los primeros metros fueron por la acera, suelo firme y cómodo, pero pronto tuvimos que cruzar una zona de hierba que estaba encharcada. Primer escollo y primera sorpresa de mi pareja de rodaje que no se lo había esperado. Continuamos corriendo por la acera, sorteando los charcos donde podíamos y atravesándolos donde no quedaba más remedio. Comenzaba la zona de tierra y superamos sin problema el gran charco que siempre se forma en un recodo del camino.

Zona de gravilla. Los charcos se habían adueñado del sendero. Para esquivarlos, corrimos sobre la hierba del borde del camino. Puentecito de madera y continuamos por el sendero de gravilla. Los charcos estaban más localizados y pudimos sortearlos sin problema. Subimos cuatro escalones y cruzamos, con cuidado de no resbalar, por otro puente de madera. Comenzaron las baldosas, cubiertas de la hojarasca dejada por el temporal. Íbamos rodando suavemente, disfrutando de la mañana lluviosa.

Paró de llover y mi acompañante se quitó la capucha. Cruzamos por el paso de peatones y enfilamos el paseo fluvial. El viento había causado desperfectos en algunas farolas y vimos un par de «globos» tirados por el suelo. Le pregunté: «¿Cómo vas?». «Bien», me contestó.

Llegamos al kilómetro 3. Por el camino, algunos corredores miraban para nosotros y sonreían. Cruzamos el puente de madera que marcaba el kilómetro 4. Contemplamos a un cormorán pescando, a unos cisnes adormecidos, a un montón de gaviotas descansando y a un correlimos sobre el murete. Llegamos al Puente del Pasaje, que marca el kilómetro 5 del recorrido, y dimos vuelta. Al cabo de tres o cuatro minutos, vimos a lo lejos unas franjas oscuras que descendían de las nubes y que indicaban que a unos kilómetros estaba lloviendo. Al poco empezó a granizar. Primero suave, luego con más insistencia. Podía sentir la fascinanión de mi pareja de entreno con la experiencia. De repente, en el kilómetro 6, comenzó el temporal. El granizo empezó a golpear furiosamente, empujado por el viento. La capa de lluvia protegía a mi colega y yo me puse del lado del viento para que el granizo no lastimara sus piernas desnudas.

Llegamos al kilómetro siete. El gran prado estaba cubierto de gaviotas que soportaban estoicamente la lluvia y el viento. Ya no granizaba pero la lluvia arreciaba. Un cormorán pescaba en la ría, insensible a las inclemencias del tiempo. Yo sentía frío en las piernas y sabía que no era el único. Otra vez hice la misma pregunta y recibí la misma respuesta. Me pareció excesivo que hiciera los 10 kilómetros conmigo por lo que propuse que nos separásemos en el kilómetro 8. Me manifestó su intención de completar el recorrido pero al final estuvo de acuerdo conmigo. Completamos los 8 kilómetros y nos separamos. Subió al coche y yo seguí corriendo. Subí un poco el ritmo para terminar los dos kilómetros que me faltaban. Cuando llegué a casa, la lluvia comenzaba a amainar. Hicimos los estiramientos juntos y se fue a la ducha. Cuando salió, llevaba puestos unos vaqueros y una camiseta. Le di unos pequeños masajes en las piernas para que mañana no tuviera agujetas. Le ofrecí un poco de isotónica de naranja pero no le gustó el sabor. Ambos estábamos felices con la experiencia.

Dos horas antes, mi hijo de ocho años me propuso acompañarme, montado en la bici, mientras yo salía a entrenar. Le dije que, si llovía, habría que limpiar la bici y secarla bien. Además tendría que volver montado en ella aunque estuviera lloviendo. Mi chica y yo le propusimos otro plan: que viniera corriendo conmigo hasta el kilómetro 2. Ella iba a dar un paseo con la niña y, si él se sentía cansado, podrían volver juntos en el coche.

El final de la historia ya te lo he contado.

El Guerrero del Fin de Semana

Llega el fin de semana y khene, que de lunes a viernes no pudo salir a entrenar más que un día, se pone las lentillas, se enfunda en sus ropas técnicas, se calza sus Nike Pegasus, se acopla el khenéfono, se pone en la muñeca el Forerunner 405, una gorra en la cabeza y sale a correr. Ha sucedido la transformación. El gordito calvo ha vuelto a convertirse en «El Guerrero del Fin de Semana».

Sale a la calle y realiza unos ejercicos de movilidad articular mientras el «Fore» localiza los satélites. Entonces empieza a correr. Las pulsaciones se disparan y tiene que bajar el ritmo. Al poco se estabiliza. Sigue rodando mientras piensa que no ha perdido mucho de forma física. Tampoco hay mucho que se pueda perder.

Tres kilómetros, cuatro, aumenta el ritmo por petición expresa de la voz dura y exigente de la chica del khenéfono. Las pulsaciones se vuelven a disparar más allá del rango previsto. Baja otra vez el ritmo. El cuerpo exige volver al sedentarismo pero el Guerrero reclama venganza por los días perdidos. Seis kilómetros, siete. El ritmo desciende porque las piernas ya no pueden más. Ocho kilómetros. Suena el pitido del khenéfono y una dulce y melodiosa voz femenina dice que hay que rodar suave hasta terminar. El cuerpo sonríe con su victoria. El Guerrero resopla. Nueve, diez kilómetros. El khenéfono dicta el fin del entrenamiento. Todavía faltan 500 metros hasta casa. 400, 300, progresivo hasta lo que den las piernas. El Guerrero del Fin de Semana se siente volar. De nuevo trote, 200, 100, último progresivo, a ver hasta donde se puede llegar, a tope, un poquito más.

El Guerrero por fin llega al portal del edificio. Sube a casa y se dirige a la nevera donde le espera la botella de Gatorade. Bebe y estira los cuádriceps, gemelos, psoas, isquiotibiales, cintillas iliotibiales y piramidales. Se quita la camiseta empapada y se pone otra de algodón mientras espera a parar de sudar antes de ir a la ducha. El ordenador ya estaba encendido. Deja el Fore al alcance de la señal de radio de Garmin y conecta el khenéfono al USB. Los datos se descargan y el Guerrero observa complacido los registros. Sólo entonces se va a la ducha. Al salir, se viste con un vaquero y una camiseta de manga larga. Y el Guerrero desaparece y vuelve a aparecer Paco, un señor calvo y gordito que ha salido a correr un rato y que está pensando en tomar una isotónica de lúpulo y una tapita antes de comer.

It's my life

sábado, 28 de noviembre de 2009

Objetivos y Enlaces

Hoy tocó actualizar objetivos y enlaces. Hay otras carreras a las que asistiré, como la San Silvestre Benéfica de Castrelos (Vigo) pero no tengo confirmación de que se vaya a celebrar (de celebrarse, la fecha la tengo segura, claro ;D).

El objetivo principal del 2010 es el Mapoma, donde este año volveré a intentar bajar de las 4 horas. El secundario, la Vig-Bay. Los demás me da un poco igual cuánto tarde en llegar a meta.

He añadido algunos enlaces nuevos que hace tiempo que debería haber colocado y he actualizado alguno que otro.

Mañana intentaré escribir un post con algo más de contenido.

domingo, 22 de noviembre de 2009

'toy mue'tito

Este fin de semana hice doblete. Ayer participé en un 10.000, en la Carrera de Óscar Pereiro, en Mos. Los niños también participaron en sus categorías y lo hicieron muy bien. Fuimos más de mil corredores. Para ser una carrera rural, fue un éxito de convocatoria. Al final hice 50'. Para mi estado de forma y el poco entrenamiento que estoy haciendo, es un resultado magnífico. La organización de la carrera fue fantástica. Entre las muchas personas que saludé, destacaría a Jose María, siempre sonriendo y siempre de buen humor, a mi gran amigo Antonio, una de las personas más vitales que conozco (aunque me debe una birra, ya sabe él por qué) y a Dani, que me lo presentaron este día y con el que compartí los primeros kilómetros, hasta que le dije que se fuera porque lo veía muy fuerte y yo me veía muy flojo. En esta carrera, el factor limitante fueron las pulsaciones.

El domingo participé en la Media Maratón de Vigo. Fui trotando desde casa, por lo que hay que sumarle unos tres kilómetros a mi recorrido.


Esta vez fuimos menos, unos 400 corredores. Vi un montón de caras que había visto el sábado en Mos. Recogí el chip, que se colocaba en la camiseta con un imperdible, a la altura de la clavícula.


Al igual que en la carrera del sábado, tuvimos muchísima suerte con el tiempo. No llovió durante la carrera (al menos durante el tiempo que estuve corriendo). Antes de la carrera cayó un chaparrón y nos cobijamos todos mientras escampaba. La organización fue fantástica. Ambas carreras se merecen un diez en este aspecto. El recorrido fue de tres vueltas, por lo que hubo un montón de ocasiones para saludar a los conocidos.


En la tercera vuelta empezaron a pesarme los kilómetros de ayer y la falta de entrenamiento. En esta ocasión, las pulsaciones estaban controladas pero las piernas estaban cansadas. Llegué desfondao en algo menos de 1h55'. Mi objetivo principal era bajar de 1h55' y el secundario, bajar de 2 horas, por lo que se han cumplido (obviamente, uno engloba al otro). El avituallamiento en meta fue fantástico. De todos los que saludé, destacar especialmente a Miro y su familia, que me animaron mucho durante la carrera y con los que me eché unas risas, tanto antes como después de la carrera. ¡Qué suerte tienes, Miro, con una mujer y una hija tan guapas y simpáticas! También quiero mencionar al resto del CAR Marisqueiro, que ya parecen un equipo de verdad y no el grupo de amiguetes que en realidad son. Antonio, meu, felicidades por haber conseguido tu Mejor Marca Personal.

domingo, 15 de noviembre de 2009

San Martiño lluvioso

Navegar sin temor
por Ourense es lo mejor,
no hay razón de ponerse a temblar.
Y si viene negra tempestad
reír, correr y cantar.



Creía que no llegaba a Ourense. Vaya temporal de viento y lluvia me pilló por el camino. 160 km de vendaval y chuzos de punta. Llegué y aparqué al lado del campo de fútbol, por la calle Ervedelo. Cuando iba a recoger el dorsal, un hombre que estaba montando una «pulpeira» y que me vio pasar con el pantalón corto y el chubasquero, me dijo: «Mal tiempo para correr». «Pues sí», le contesté. Me quedé pensando un rato y le volví a contestar: «O no». Me sentí muy, pero que muy gallego.

Llegué al Pabellón de los Remedios y recogí el dorsal. El tiempo seguía siendo horrible. Todo estaba muy bien organizado. Al salir vi un toldo anunciando la Fundación Óscar Pereiro.


Bajo el toldo estaba Alejandro Gómez, con un halo de «atletismez» (el de rojo, de perfil). Me acerqué y me apunté a la carrera del sábado que viene. No sé si iré o no pero eran dos euros por una causa benéfica y no me importa perderlos.

Me crucé con Irdam dos veces. La segunda vez pudo poner el freno y estuvimos hablando un rato. Me pareció ver pasar a Arturo pero no pude saludarlo. Después vi a Jose Luis Quintela y cruzamos unas palabras. Me dirigí al lugar de la Kedada y allí estaba Óscar. Mientras charlábamos, aparcó un coche justo delante de nosotros y de él bajo, nada menos que ¡el mismísimo Óscar Pereiro!


Empezaron a llegar los demás: BaoEs, Pataruco, Rafita, Zeus Ourense, Pipe, el gran Jose María, Toledano, Tara, Jorbaiona, Javi y alguno más cuyo nick no recuerdo. Un fotógrafo de La Región nos hizo una foto. Preguntó de qué club éramos. «¡De Correr en Galicia!», contestamos. Siguieron llegando más corredores a la Kedada y nos hicimos la foto oficial. Después me fui al coche, a quitarme lo que me sobraba y a ponerme lo que me faltaba.

Calenté durante 15 minutos, todo un récord. Me fui a la salida cuando decían que faltaban unos segundos.


Me lo tomé con calma. Salimos y nos cruzamos con un grupo de personas que protestaban contra el ERE en el diario La Región, justo antes de la primera cuesta. Subí el repecho con calma para no disparar las pulsaciones. Hice la última foto y guardé el khenéfono.


Cuando enfilaba el primer llano, vi una camiseta conocida. Era Grimo. Fuimos juntos casi todo el camino, haciendo un poco el chicle, al igual que en La Pedestre de Santiago. En esta ocasión llegó antes que yo a meta.

La carrera no tuvo muchas anécdotas. El tiempo aguantó muy bien y yo me lo tomé con calma, sin forzar. Como no entrene un poco más voy a ir de culo en la Volta á Ría de Ferrol. En la alfombra de los 5 km coincidió que no llevaba nadie a mi lado. Es la primera vez que paso por una alfombra y oigo pitar mi chip sin otros diez o doce a la vez. ¡PIP! Por el kilómetro 8, unos niños pequeños animaban y ponían la mano para que se la chocáramos. Cuando me di cuenta, di un quiebro brusco y pasé chocándole la mano a los peques. Me pareció que los demás corredores pasaban de ellos, porque el público me empezó a aplaudir. En el minuto 50, aproximadamente, empezó a llover y ya no paró. Llegué a meta unos minutos más tarde, consiguiendo mi peor marca en esta carrera, casi cinco minutos más que el año pasado. Se está convirtiendo en una mala costumbre. Creo que estoy inmerso en un Annus Horribilis atlético. En la llegada había un poco de cola pero el agua la daban antes y podías beber mientras esperabas. Recogí un Nestea, un Actimel, una barrita energética, un zumo multifrutas y un sobre con un libro de actividades de Danone (para los niños, claro). Los que no querían hacer cola podían pasar adelante sin detenerse. La entrega de las camisetas fue perfecta. Había carriles donde estaba indicada la talla. Atravesé el pasillo del Pabellón, me despedí de Grimo y me fui al coche, para volver a casa. A las 2 de la tarde estaba en Cambre.

A pesar del mal tiempo que hizo, creo que fue una fantástica manera de pasar una lluviosa y ventosa mañana de otoño.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Pésame, felicitación y entreno con liebre

La vida está llena de momentos agridulces. En el mismo post encaja un momento de profunda tristeza como es el fallecimiento el pasado jueves de la madre de Miguel, vecino de la blogosfera, personaje mediático, corredor de maratones, amigo, compañero y, sobre todo, una gran persona con un corazón que no le cabe en su enorme pecho, corazón que ahora está roto y que tardará bastante en cicatrizar ¡Ánimo Miguel!

Por otra parte, hoy es el día de felicitar a mi amigo Antonio que, con su esfuerzo, con su constancia, con su fortaleza de espíritu y con sus dos cojones, ha terminado su segundo maratón en 3h36', bajando unos 20 minutos de su primera incursión en la distancia. Enhorabuena amigo. Te has rodeado de una gente estupenda y, entre todos, habéis convertido vuestras ilusiones en una realidad. Un recuerdo especial para mi tocayo, al que un accidente truncó sus ansias de participar en el Maratón de Oporto y lo convirtió en el mejor animador de la competición. Antonio, meu, tienes alma de campeón. Muchas felicidades.

En tercer lugar, contaros que hoy salí a rodar con liebre. Mi hijo de 8 años me acompañó con la bici durante los diez kilómetros que duró el entrenamiento. Vimos garzas, cisnes, un cormorán, gaviotas choronas y argenteas, y una manifestación que reivindicaba una ría limpia y sana. El día estaba claro y un poco ventoso, y me sentí muy bien compartiendo unos minutos de ejercicio con mi vástago.

Asics Tech Tour en Coruña

El sábado fui al Asics Tech Tour. Llegué justito a mi hora. Esperé un poco y enseguida me atendió un hombre muy amable con aspecto de corredor. Me descalcé y me pegó tres puntos oscuros en cada pie. Metí el pie en una caja negra (que me hizo recordar la prueba del Gom Jabbar) y un escáner tomó una imagen en 3D. Después le tocó el turno al pie izquierdo. Vimos la imagen en 3D del pie, imprimió los resultados y me los comentó.

Resultados:
  • Tengo el pie derecho un pelín más grande que el izquierdo.
  • Tengo pisada neutra aunque prono un poquito, sin llegar a ser pronador leve.
  • Tengo un pie de lo más vulgar: pisada neutra, arco medio, pie ligeramente ancho y empeine normal tirando a bajo. Todos los parámetros dieron muy cerca de la media.
  • Puedo usar cualquier tipo de calzado aunque para rodajes largos me recomendó calzado de estabilidad.
  • Para correr necesito una talla 44 (que es la talla que estoy calzando desde hace unos años)

Me dio el informe impreso y me recomendó las GT-2140 o las GEL KAYANO. Probé ambas y la Kayano me lastimaba un poco, justo debajo del tobillo. Me compré las GT-2140, haciendo uso del vale de 19 euros que me entregó. Las voy a guardar para Navidades, cuando las Pegasus viejas ya estén para el arrastre.

NOTA: Creo que no había apoyado los pies de la misma forma porque los he vuelto a medir y son exactamente iguales. El lunes, al llegar a la oficina, me voy a poner de pie en la fotocopiadora y lo comprobaré una vez más (es broma, eh ;D )

sábado, 7 de noviembre de 2009

Rodaje en Valencia


Del 4 al 6 de noviembre estuve en Valencia por motivos laborales. El miércoles llegamos al hotel sobre las 7 de la tarde y quedamos para ir a cenar sobre las 9. ¿Qué hacer durante ese tiempo? ¿Descansar? Noooo. Ponerme las zapas y salir a correr.

Mi hotel estaba cerca del jardín botánico, el cual queda cerca del antiguo cauce del Turia. Al llegar a donde quería, me encontré con una zona diseñada para correr, con caminos paralelos de tierra (para corredores) y de asfalto (para bicis). Había muchísima gente corriendo y haciendo deporte. También había campos de fútbol y gente jugando. Estuve cerca de 50 minutos trotando por aquella maravilla, con luz suave pero suficientemente iluminado, pasando bajo los puentes del cauce antiguo del Turia. Si pasáis por Valencia, es un lugar fantástico para rodar un rato.