lunes, 24 de noviembre de 2008

Mesoiro en Marcha

El día comenzó con una sorpresa. Al calzarme los Nike Air Structure Triax 11 que me han acompañado durante tantos kilómetros, noté una molestia en el talón. Le pasé la mano y descubrí que el acolchado se había desgastado y que corría el riesgo de lesionarme el tendón de aquiles. Con gran dolor de corazón, los tiré a la basura. Nada es eterno y ya tenían sus buenos 800 km. Así que los Pegasus han alcanzado la categoría de «calzado oficial».

Llegué a Novo Mesoiro siguiendo las indicaciones de los organizadores. Al llegar, la organización me indicó dónde aparcar. Había un montón de sitio. Pregunté por la carrera de los peques y, como estaba a punto de empezar, nos dieron prioridad para retirar el dorsal. Cuando iba con la peque hacia la salida, todavía con el abrigo puesto y con el dorsal en la mano, oí que daban la salida. Le dije que sujetara el dorsal con las manos y que echara a correr. Me recordaba la Pedestre de Compostela del 2007, donde a mí me había pasado exactamente lo mismo. A todos los mini-participantes les dieron una bolsa del corredor muy completa (las tenían numeradas con el dorsal para que no hubiera líos). Después hicieron una segunda carrera con los peques que habían llegado tarde y mi peque volvió a correr los 100 metros.

Llegó el turno de mi hijo, que corría con los benjamines. Trotamos un poquito para calentar y se fue para la salida. Corrió un kilómetro y, francamente, quedó mucho mejor de lo que yo esperaba.

Después de dar la enhorabuena a mis dos pitufos, comienzo a saludar a los amigos y conocidos. Allí estaba Xan de Ris, haciendo proselitismo con su hermano; Picapiedra, esta vez sin Vilma; Ojordo, que me hizo entrega de la camiseta oficial del equipo (chulísima); jotaeme, que me contó la putada de su hernia discal; Elyana y su amiga Isabel, que corrieron tanto antes de la carrera como durante la misma (a ver si te recuperamos para el fondo); conocí a Repanocha (creo, porque soy muy malo para los nombres); Mr.Dixie, estaba con la trompeta y su banda de jazz aportando múscia y alegría a la mañana; Azochador (sí, el mismo); Alber, que me contó que estuvo muy 'odido por una anemia; Silvia, a la que casi ni tuve ocasión de saludar y, como siempre, seguro que me olvido de alguien.

Dan la salida y comenzamos por una cuesta suave, seguida de una bajada prolongada. Después, un llano, por el Polígono de Pocomaco. Al salir del polígono comenzaba el calvario de la cuesta. La íbamos a tener que subir dos veces. Terminamos la cuesta la primera vez y avituallamiento en la cima. Nota a los organizadores: la próxima vez, alejad un poco más los contenedores para echar los botellines usados. Estaban demasiado cerca y no daba tiempo a beber y a tirarlos en su sitio.

Otra vez el circuito y comienza la cuesta por segunda vez. Por fin veo la meta y la alcanzo con un ritmo medio de un poquito por debajo de 5'/km. Voy al avituallamiento y aquello parecía un festín. Había gente entregando las camisetas en la cola para agilizar, bollos de pan con pasas o con nueces, plátano, agua, powerade (cogí el de naranja sanguina y...¡estaba bueno!, no como el que parece anticongelante), palmeritas de chocolate, lazos de hojaldre y seguro que se me queda algo en el tintero. Entonces me encontré con Alber y estuvimos charlando un rato. Cuando volví junto a mi familia, vi a Mr. Dixie saludando. Fui a charlar con él. Estaba tan «normal» que parecía que no había corrido. Después vi llegar a Ojordo y fui a animarlo hasta que llegó a la meta, junto con jotaeme y Picapiedra. En la meta había un hombre que se parecía muchísimo a Moncholeiro. Hoy me he enterado que era el mismísimo Moncholeiro.

En mi opinión ha sido una carrera con una organización excelente. El único pero que le pongo (y es anecdótico) es lo de los contenedores para los botellines.

El año que viene repito, aunque en vez de 300 participantes en la carrera absoluta seguro que pasaremos de los 500.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Las Aglomeraciones en la Meta y La Campana de Gauss

¿Qué pasa al llegar a la meta en una carrera como la San Martiño de Ourense, con una participación de casi 3000 corredores? ¿Por qué aparecen las aglomeraciones en la meta? Vamos a hacer un pequeño análisis de la situación utilizando los datos de la llegada a meta en esta carrera. Los datos de los corredores son reales pero todo lo demás son suposiciones.
Supongamos que un corredor necesita de 3 segundos para recoger el botellín de agua. Estamos siendo optimistas, porque tiene que acercarse al mostrador, recoger el botellín y apartarse para ceder su sitio al siguiente. Imaginemos también que hay tres personas entregando botellines de agua. Cada minuto se pueden entregar 60 botellines.

Llega el primer corredor con un registro de 28:51. Le dan el botellín, sonríe y se va para las duchas. Un minuto después llegan dos corredores más. La misma historia.

En el minuto 37 han llegado un total de 153 corredores, con una afluencia máxima (en el último minuto) de 48 corredores. Vamos sobraos.

Minuto 38. Llegan 69 corredores. 60 de ellos reciben su botellín y 9 esperan un poquito.

Minuto 39. Llegan 68 corredores. 51 llevan botellín (porque aún quedaban 9 del minuto anterior) y 17 esperan su turno.

Minuto 42. Hay 116 corredores haciendo cola. Los «aguadores» cominezan a ponerse nerviosos y a entregar los botellines más rápido, pongamos que entregan 80 botellines cada minuto (seguimos siendo optimistas, porque hemos admitido una mejora de un 33%).

Minuto 44. Hay una cola de 335 corredores. Supongamos que piden ayuda, viene otra persona y aumentan el ritmo de entrega a 100 botellines por minuto (me estoy pasando con el optimismo).

Minuto 49. La cola ya es de 604 personas. Con estos cálculos súperoptimistas, hasta el minuto 58 la cola no sería de menos de 600 personas.

Pero estos cálculos están mal hechos porque cada corredor necesita más de 3 segundos para recoger el agua. Porque debido a la aglomeración, la gente no puede ceder su sitio al siguiente y se pierde más tiempo. Porque en la entrega de camisetas también hay atasco y nos quedamos encerrados en el recinto.

Los que corrieron a menos de 4'/km no han visto ningún problema porque en el minuto 40 sólo habían llegado 390 corredores. Pero entre el minuto 40 y el 55 han llegado 2140 corredores, que es un 73% de la participación. A partir del minuto 50, había encerradas más de 1000 personas esperando por su botellín de agua. Si hubiera surgido una emergencia, habría sido un desastre. El punto clave, donde tendrían que haber estado los de Protección Civil era allí. Y ya no quiero hablar del tipo del megáfono con sus «¡Viva San Martiño!».

No sé si había tres personas o diez entregando botellines de agua porque no me pude ni acercar al mostrador y no cogí ni agua, ni zumo, ni raquetas, ni nada. Lo único que cogí fue la camiseta y porque no tenía otro sitio por donde salir. Lo que sí sé es lo que pasó allí y es una pena que, después de que en otras ediciones lo tuvieran tan bien organizado, este año la cagaran (como diría House) de esta manera.

lunes, 17 de noviembre de 2008

San Martiño 2008: Objetivo conseguido

El sábado por la mañana llegué al Pabellón de Os Remedios en busca del dorsal. Todo fue muy ágil, como en otras ediciones. Como tenía chip amarillo y se habían quedado sin chips negros, me cambiaron el número de dorsal para poder entregar el chip asociado a mi dorsal a otra persona.

Pasé todo el día pateando Ourense. A la hora de cenar, pasé de hidratos y me cené una hamburguesa en el McDonalds. Por la mañana tomé un desayuno «ligero» porque faltaba solamente hora y media para la carrera: Melón, piña, 1 plátano, zumo de naranja, tortilla, un croissant, churros, pechuga de pavo, unas nueces, unos manises, un café y un vasito de agua.

Salgo con el tiempo justo y me encuentro con dificultades para aparcar el coche. Mientras buscaba sitio, me pareció ver a Poetinmotion (el corredor antes conocido conmo Tette) calentando por las calles ourensanas. Por fin aparco y entrego los dorsales que había cogido el día anterior. Banderas estaba muy nervioso. Pero que muy nervioso.

Intento calentar pero no quedaba tiempo. Dos o tres minutos de trote, un par de sprints y para la salida. Banderas y yo nos situamos hacia el final de los casi 3000 participantes. Dan la salida. Al principio íbamos juntos hasta que vio a una conocida y salió disparado a saludarla (le pierden las faldas XD). Lo perdi de vista. Aceleré un poco para alcanzarlo pero ya no lo volví a ver en toda la carrera. Por lo que me comentó después, lo adelanté y no nos vimos. Del recorrido no puedo añadir mucho. Me tropecé con Mr.Dixie, siempre sonriente. También me saludó un corredor que se identificó como «un lector anónimo» (un saludo, lector anónimo). Con nadie más. La carrera se me hizo bastante llevadera pero eché de menos encontrarme con más amigos y conocidos. Al fin y al cabo, para eso voy, no para ganar XD.

Las calles estaban bastante vacías y, donde había gente, nadie aplaudía. Animé en dos o tres ocasiones a la gente para que nos aplaudieran y cuatro o cinco hicieron un intento con desgana ¡Qué sosos! Unos niños se pusieron para que les «chocáramos las manos» y así lo hice.

Los avituallamientos en mitad de carrera, bien puestos. La llegada estupenda, con mucha animación. Conseguí mi objetivo de 48 minutos. Saludé a Charly y me alegré mucho de verlo de nuevo en las carreras con su «problemilla» como lo llama él. También saludé a wottle, aunque me quedé con las ganas de preguntarle si va a intentar de nuevo la San Silvestre de Madrid (este tío es mi ídolo). Banderas estaba por allí saludando a diestro y siniestro. Como relaciones públicas no tiene precio.

La entrega de camisetas, dorsales y «vituallas» un desastre. Cuando vi aquel mogollón decidí pasar de bebidas, de mochilitas de plástico y de raquetas de playa y traté de ir hacia la salida. Tampoco podía pasar. No nos movíamos. Incluso no había lugar para salir sin coger la camiseta. Desde las furgonetas de los refrescos empezó a gritar «¡Viva San Martiño!» y «¡Hay para todos!». Fue algo vergonzoso, sobre todo porque el año pasado habían tenido una organización perfecta y este año cambiaron para peor. Si algo funciona, ¿por qué hay que cambiarlo? Conseguí salir, me dieron la camiseta, un archivador de CDs,unos lápices de colores y un cuadernillo para pintar para los niños.

A la salida saludé a Irdam. Banderas se fue corriendo a una comida familiar. No vi a nadie más de Correr en Galicia. Yo también me marché rápido para llegar al hotel y ducharme dentro de la hora acordada con la recepción. Después, me fui con mi familia a comer a Allariz y a dar un paseo por «O Rexo».



El lunes salí a correr un rato. Fue un trote de 30'. Hacía mucho frío y llevé puesto el chándal.

Próxima carrera: el domingo en Mesoiro. A ver si allí me encuentro con los amigos que no vi en Ourense.

Próximo objetivo: Media Maratón Volta A Ría de Ferrol.

>^-^<

jueves, 13 de noviembre de 2008

Parque biosaludable

Ayer salí a entrenar más tarde de lo habitual. Eran las once y media de la noche cuando cruzaba la puerta de casa en dirección a la calle. Mientras pasaba por detrás de la piscina que hay cerca de mi casa vi un montón de hierros amarillos. Como ésta es la semana de la ciencia, lo primero que pensé fue que los chavales del instituo habían hecho alguan exposición en la calle con mecanismos. Quizá algo del tipo «máquinas de Leonardo Da Vinci». Al acercarme más leí un cartelito que ponía: «Parque Biosaludable». Pues me había equivocado. Eran máquinas para hacer ejercicio, cada una con su plaquita con sus indicaciones, para que la gente pueda hacer ejercico al aire libre. Me parece una idea excelente. Espero que no las destrocen y podamos disfrutar de ellas. Ya contaré mis experiencias biosaludables.

El entrenamiento fue cortito: media horita escasa de sprints de 30" con 6' de recuperación. Hoy me tocan cuestas.

martes, 11 de noviembre de 2008

Los runners debemos de estar locos


Ayer llegué a casa y chispeaba un poco de lluvia. Me preparé para salir a correr y, cuando llegué a la calle, parecía que se había desatado el diluvio universal. El entrenamiento era de 70 minutos. Puse el khenéfono en marcha y... ¡a correeeeeeer!

Me lo pasé como un enano. En menos de cinco minutos estaba calado hasta los huesos. El vendaval arrastraba la lluvia y notaba los golpes de las gotas contra la cara y el cuerpo. Las hojas de los árboles volaban y las calles se habían convertido en torrentes. Me sentía feliz. Me salió una carcajada desde lo más profundo del pecho. Después de la tensión acumulada en las últimas semanas por motivo laborales, fue un revulsivo que me liberaba del stress.

Seguí corriendo y sonriendo. El viento me empujaba de frente y la lluvia seguía golpeando, tan fuerte que parecía granizo. Apreté los dientes y seguí adelante. El potenciómetro del volumen del khenéfono se humedeció y la música comenzó a sonar más fuerte. Seguí corriendo. Llegué al puente del Pasaje y lo crucé. Podía imaginarme la cara de los conductores que me veían empapado, con la camiseta transparentando y sonriendo. Llegué a Santa Cristina y di vuelta. Amainó un poco. La ropa pesaba un quintal. Cada poco, escurría la camiseta apretándola con un puño. Cuando llevaba 10 kilómetros le pedí datos al khenéfono. ¡Iba corriendo a 4'30"/km y las pulsaciones estaban en la zona aeróbica! No me lo podía creer.

Por fin llegué a casa. Me quité toda la ropa e hice los estiramientos. Después, una ducha calentita mientras se iban cocinando los champiñones de la cena y a cenar en pijama viendo una peli en la tele. Para que fuera perfecta, sólo me faltaba Money Penny sentada a mi lado y los niños durmiendo en sus camitas.

Los runners debemos de estar locos.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Jueves y cuestas

Ayer tuve un entrenamiento duro. La entrenadora del micoach me indicó que el jueves tocaban cuestas.

Salí a entrenar a las 10 y media de la noche, trotando hacia la cuesta de 1 kilómetro que hay cerca de mi casa (en Galicia no es difícil encontrar cuestas así). Después del calentamiento, comenzó la primera cuesta. Al poco, el khenéfono me indicó que comenzara a correr suave por la cuesta durante ¡5 minutos! Menos mal que soy lento porque cada cuesta era de ¡800 metros!

Fueron tres repeticiones con recuperación de 5 minutos. Cuando empezaba la tercera repetición comenzó a llover. Era una lluvia intensa, sin llegar a tormentosa. Iluso de mí que había llevado las gafas por no ponerme las lentillas. Total, por un par de horas... Al terminar la cuesta las tenía completamente mojadas. Después quedaba la recuperacion de 5 minutos y el descalentamiento de otros cinco minutos. Durante la bajada había tramos en los que no veía donde pisaba e incluso di un pequeño traspiés. Cuando llegué a casa estaba empapado. Se acabó lo de ir con la equipación de verano. A partir de ahora tempezaré a usar la de invierno.

Hoy no estoy de muy buen humor. En mi empresa van a hacer un ERE. Creo que no me van a regular, pero todo es posible. Igualmente me fastidia que le toque a otros compañeros. Y ya sabes lo de las barbas de tu vecino

miércoles, 5 de noviembre de 2008

La batería de mi coche

El lunes, a las ocho y media de la noche, me llama mi novia. Me dice que está en el coche con los niños, preparada para marcharse, y que no le arranca. Salgo del curro (sí, trabajo más horas que un burro) y me acerco al coche. Abro el capó y veo que un borne de la batería está corroído. Subo a casa, cojo las herramientas, un borne nuevo y me pongo a cortar el cable y a cambiarlo. Cuando terminé, probé a encender, pero la batería estaba descargada. Le ofrezco llevar el coche grande, y allá se va. Al dia siguiente compro una batería portátil y, al salir del curro, a las diez de la noche, consigo encender el coche. Lo llevo hasta la Renault con la idea de ir el miércoels por la mañana, antes de las 8, en mi otro coche (sí, tengo tres coches. Otros tienen otros defectos. El mío es que me da mucha pena desprenderme de un coche viejo).

Y, ¿qué tiene que ver esto con los entrenamientos o con el atletismo? La relación viene en que, para dejar el coche en el taller de Renault, me puse la ropa de correr. Una vez aparcado delante, me hice los ocho kilómetros y pico que hay entre el taller y mi casa, corriendo. Llegué a casa a las once y media de la noche. ¡Hay que aprovechar para entrenar cuado se puede! >^-^<

domingo, 2 de noviembre de 2008

Domingo de difuntos

Sonó el despertador a las ocho menos cuarto de la mañana. Era domingo. Tras desayunar viendo los dibujos animados con mi hijo, me subo al coche. Me pregunto: ¿qué estoy haciendo yo un domingo a estas horas en el coche, camino de A Escusa? Me respondo: apoyar a un compañero que ha organizado una carrera, después recoger en Vigo unos libros que ha comprado mi cuñada por encargo de mi novia, visitar a mis padres y hermana, y acudir a la cita anual frente al nicho de mi abuela. Más que suficiente.

Instalo el navegador y arranco el coche. Recorro los casi 140 km que me separan de A Escusa en poco más de hora y cuarto. Por el camino llueve. Casi llegando, tengo que frenar para que pasen unos caballos sueltos sin jinete. En el destino hace un día soleado, ventoso y frío, pero ni gota de lluvia. Muchos amigos con cara de frío. Calentamiento por no quedarnos ateridos.

Comienza la carrera con una cuesta. Dejo que me adelanten casi todos mientras voy controlando mis pulsaciones. Al bordear el campo de golf me encuentro a Banderas, agotado tras una salida en falso. Ruedo un rato con él y sigo, suponiendo que al cabo de un rato me pasaría como una flecha.

El recorrido se resume en pocas palabras: unas vistas fantásticas, recorrido de tierra, viento de frente muy molesto, algunos charcos, piedras que se clavaban en la suela de los pies, cazadores con sus perros (casi piso a un par de ellos tras una vuelta del camino), motoristas en quad, ciclistas en mountain bike y jinetes a caballo.

En el primer avituallamiento tuve un aguador de auténtico lujo: el gran Fema, que se moría de ganas de acompañarnos pero su lesión se lo impedía.

Comienza la segunda vuelta. Me adelanta Silvia. Al rato llegamos a la madre de todas las cuestas. Comienzo a subir y alcanzo a Linkin. Cruzamos dos palabras y seguimos. La cuesta parecía que no se acababa nunca. Debe de ser de más de un kilómetro. Me adelantan Marola, Jabelo y Easywind y me dan unas palabras de ánimo. Llevo las pulsaciones por las nubes y bajo un poco el ritmo. Veo alejarse a los integrantes del CAR Santiago. Ellos lanzan una mirada atrás, me vuelven a dar ánimos y continúan. Por fin se acaba la cuesta y comienza la pendiente. Es hora de recuperar los minutos perdidos. Acelero un poco y mantengo el ritmo hasta la meta. Poco antes de llegar, Fema me saca una foto. Llego en 59' y pico. Poquito después llega Banderas.

El avituallamiento es impresionante: agua, aquarius, bocadillo, yogur, plátano y ¡cerveza! Me quedo charlando con los amigos de Correr en Galicia mientras esperamos por el sorteo. Vicky y Marola «pillaron chapas». Tras el sorteo, despedida y me fui a Vigo.

Fui a casa de mi cuñada a recoger los libros para mi novia, visité a mis padres y fui a presentarme ante el nicho de mi abuela, como todos los años. Después volví a casa. A las cuatro y cuarto, mi novia recogía los libros. Todo estaba hecho. Sólo me faltaba publicar la crónica.

Fue un bonito domingo de difuntos.