Sonó el despertador a las ocho menos cuarto de la mañana. Era domingo. Tras desayunar viendo los dibujos animados con mi hijo, me subo al coche. Me pregunto: ¿qué estoy haciendo yo un domingo a estas horas en el coche, camino de A Escusa? Me respondo: apoyar a un compañero que ha organizado una carrera, después recoger en Vigo unos libros que ha comprado mi cuñada por encargo de mi novia, visitar a mis padres y hermana, y acudir a la cita anual frente al nicho de mi abuela. Más que suficiente.
Instalo el navegador y arranco el coche. Recorro los casi 140 km que me separan de A Escusa en poco más de hora y cuarto. Por el camino llueve. Casi llegando, tengo que frenar para que pasen unos caballos sueltos sin jinete. En el destino hace un día soleado, ventoso y frío, pero ni gota de lluvia. Muchos amigos con cara de frío. Calentamiento por no quedarnos ateridos.
Comienza la carrera con una cuesta. Dejo que me adelanten casi todos mientras voy controlando mis pulsaciones. Al bordear el campo de golf me encuentro a Banderas, agotado tras una salida en falso. Ruedo un rato con él y sigo, suponiendo que al cabo de un rato me pasaría como una flecha.
El recorrido se resume en pocas palabras: unas vistas fantásticas, recorrido de tierra, viento de frente muy molesto, algunos charcos, piedras que se clavaban en la suela de los pies, cazadores con sus perros (casi piso a un par de ellos tras una vuelta del camino), motoristas en quad, ciclistas en mountain bike y jinetes a caballo.
En el primer avituallamiento tuve un aguador de auténtico lujo: el gran Fema, que se moría de ganas de acompañarnos pero su lesión se lo impedía.
Comienza la segunda vuelta. Me adelanta Silvia. Al rato llegamos a la madre de todas las cuestas. Comienzo a subir y alcanzo a Linkin. Cruzamos dos palabras y seguimos. La cuesta parecía que no se acababa nunca. Debe de ser de más de un kilómetro. Me adelantan Marola, Jabelo y Easywind y me dan unas palabras de ánimo. Llevo las pulsaciones por las nubes y bajo un poco el ritmo. Veo alejarse a los integrantes del CAR Santiago. Ellos lanzan una mirada atrás, me vuelven a dar ánimos y continúan. Por fin se acaba la cuesta y comienza la pendiente. Es hora de recuperar los minutos perdidos. Acelero un poco y mantengo el ritmo hasta la meta. Poco antes de llegar, Fema me saca una foto. Llego en 59' y pico. Poquito después llega Banderas.
El avituallamiento es impresionante: agua, aquarius, bocadillo, yogur, plátano y ¡cerveza! Me quedo charlando con los amigos de Correr en Galicia mientras esperamos por el sorteo. Vicky y Marola «pillaron chapas». Tras el sorteo, despedida y me fui a Vigo.
Fui a casa de mi cuñada a recoger los libros para mi novia, visité a mis padres y fui a presentarme ante el nicho de mi abuela, como todos los años. Después volví a casa. A las cuatro y cuarto, mi novia recogía los libros. Todo estaba hecho. Sólo me faltaba publicar la crónica.
Fue un bonito domingo de difuntos.
Instalo el navegador y arranco el coche. Recorro los casi 140 km que me separan de A Escusa en poco más de hora y cuarto. Por el camino llueve. Casi llegando, tengo que frenar para que pasen unos caballos sueltos sin jinete. En el destino hace un día soleado, ventoso y frío, pero ni gota de lluvia. Muchos amigos con cara de frío. Calentamiento por no quedarnos ateridos.
Comienza la carrera con una cuesta. Dejo que me adelanten casi todos mientras voy controlando mis pulsaciones. Al bordear el campo de golf me encuentro a Banderas, agotado tras una salida en falso. Ruedo un rato con él y sigo, suponiendo que al cabo de un rato me pasaría como una flecha.
El recorrido se resume en pocas palabras: unas vistas fantásticas, recorrido de tierra, viento de frente muy molesto, algunos charcos, piedras que se clavaban en la suela de los pies, cazadores con sus perros (casi piso a un par de ellos tras una vuelta del camino), motoristas en quad, ciclistas en mountain bike y jinetes a caballo.
En el primer avituallamiento tuve un aguador de auténtico lujo: el gran Fema, que se moría de ganas de acompañarnos pero su lesión se lo impedía.
Comienza la segunda vuelta. Me adelanta Silvia. Al rato llegamos a la madre de todas las cuestas. Comienzo a subir y alcanzo a Linkin. Cruzamos dos palabras y seguimos. La cuesta parecía que no se acababa nunca. Debe de ser de más de un kilómetro. Me adelantan Marola, Jabelo y Easywind y me dan unas palabras de ánimo. Llevo las pulsaciones por las nubes y bajo un poco el ritmo. Veo alejarse a los integrantes del CAR Santiago. Ellos lanzan una mirada atrás, me vuelven a dar ánimos y continúan. Por fin se acaba la cuesta y comienza la pendiente. Es hora de recuperar los minutos perdidos. Acelero un poco y mantengo el ritmo hasta la meta. Poco antes de llegar, Fema me saca una foto. Llego en 59' y pico. Poquito después llega Banderas.
El avituallamiento es impresionante: agua, aquarius, bocadillo, yogur, plátano y ¡cerveza! Me quedo charlando con los amigos de Correr en Galicia mientras esperamos por el sorteo. Vicky y Marola «pillaron chapas». Tras el sorteo, despedida y me fui a Vigo.
Fui a casa de mi cuñada a recoger los libros para mi novia, visité a mis padres y fui a presentarme ante el nicho de mi abuela, como todos los años. Después volví a casa. A las cuatro y cuarto, mi novia recogía los libros. Todo estaba hecho. Sólo me faltaba publicar la crónica.
Fue un bonito domingo de difuntos.
5 comentarios:
... y has tenido tiempo para publicar tu crónica... casi ná. Yo aún estoy "retocando" un poco las fotos (más que nada porque había una luz muy dura)... y ahora a colgarlas.
Bonita carrera. ¡¡Lástima que mis pulmones no me dejaran acompañarte!!
¡Otra vez será!
Un abrazote ;-)
Cerveza???' joooooooo...queda apuntada pal año
joder khene, pedazo tiempo, pero esa carrera no era de montaña, o por montaña. 12 km una hora, macho estas que te sales....
a ver si puedo estar bien para el san martiño, porque sino te vere pasarme como una flecha...
Ya me había dicho Fema que esta carrera merecía la pena, pero tenía otras obligaciones y no pude ir, pero el año que viene no me la pierdo, nos vemos en San Martiño?. Un abrazo.
Banderas, tus crónicas siempre son mucho más lucidas que las mías. Iba a ponerle un final tipo «Leyenda de la Noche de Difuntos» de Becquer, pero mi novia no me dejo por considerarla demasiado macabra. En fin, que no me he muerto en accidente de tráfico.
Ojordo, había cervezas pero no había abridor. Menos mal que mi cuñado me ha enseñado a abrir un botellín con cualquier cosa que tenga a mano. En este caso, con una piedra. Espero que otros organizadores copien la idea de las «isotónicas de lúpulo».
Oscarunning, yo voy a piñón fijo de 5'/km. Estoy a mitad de programa y comenzando con las rutinas de fuerza y velocidad. ESpero conseguir mi objetivo en la «San Martiño».
Grimo, esta carrera fue de esas que disfrutas corriendo y después disfrutas recordándola. Como detalle curioso, un corredor, cuando estábamos en la cola del avituallamiento, se quejaba de que se habia manchado las zapatillas (en mi tierra se llaman tenis). Yo miré para sus pies, después para los míos y, comparativamente, su calzado parecía nuevecito de paquete.
Nos vemos en Ourense.
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