He tenido molestias en el tobillo durante todo el fin de semana. Decidí darle una tregua el sábado y me saltaré uno de los descansos de la próxima semana para recuperar el entreno. Hoy domingo el tobillo no me molestaba aunque me apareció una vieja y molesta conocida: la tendinitis del tendón de Aquiles. Entiendo que ha sido consecuencia de correr con el tobillo 'odido.
Hoy salí a correr para probar qué tal me iba. Como me había saltado el entrenamiento del sábado, barajé la posibilidad de recuperar el entreno del sábado o hacer el que me correspondía al día de hoy. Decidí hacer el de ayer porque eran sólo 10 kilómetros (y el de hoy, que haré mañana, es de 18 km). Es increíble como cambian las cosas cuando te metes en este mundillo. Dile a cualquiera que no corra habitualmente que «sólo» saliste a hacer 10 kilómetros. Como decía Einstein, todo es relativo.
Hacía una noche fría con una enorme luna llena brillando en lo alto. El ritmo fue un pelín más fuerte que la última vez. El tobillo aguantó más o menos bien. Cuando llegué a casa recibí una llamada en el khenéfono. Después de una agradable charla, colgué el teléfono y lo conecté al ordenador.
Tras la cena, cuando me disponía a ir a la cama, me acerqué de nuevo al ordenador con la intención de ver mis resultados y escribir este post. Busqué el entrenamiento de hoy y...¡no estaba! Enseguida me di cuanta de mi estupidez. Al colgar el teléfono, sin darme cuenta, había cerrado también el Micoach antes de guardar el entrenamiento. El trabajo del día está hecho, que es lo que cuenta, pero no ha quedado registro alguno, como si nunca lo hubiera hecho. ¡Qué ironía! Hoy que salgo a correr con el Micoach y con el Garmin, no me queda registrado el entrenamiento.
Del tobillo, voy a meterme unos cuantos ibuprofenos más y espero dar por zanjado el asunto.
Hoy salí a correr para probar qué tal me iba. Como me había saltado el entrenamiento del sábado, barajé la posibilidad de recuperar el entreno del sábado o hacer el que me correspondía al día de hoy. Decidí hacer el de ayer porque eran sólo 10 kilómetros (y el de hoy, que haré mañana, es de 18 km). Es increíble como cambian las cosas cuando te metes en este mundillo. Dile a cualquiera que no corra habitualmente que «sólo» saliste a hacer 10 kilómetros. Como decía Einstein, todo es relativo.
Hacía una noche fría con una enorme luna llena brillando en lo alto. El ritmo fue un pelín más fuerte que la última vez. El tobillo aguantó más o menos bien. Cuando llegué a casa recibí una llamada en el khenéfono. Después de una agradable charla, colgué el teléfono y lo conecté al ordenador.
Tras la cena, cuando me disponía a ir a la cama, me acerqué de nuevo al ordenador con la intención de ver mis resultados y escribir este post. Busqué el entrenamiento de hoy y...¡no estaba! Enseguida me di cuanta de mi estupidez. Al colgar el teléfono, sin darme cuenta, había cerrado también el Micoach antes de guardar el entrenamiento. El trabajo del día está hecho, que es lo que cuenta, pero no ha quedado registro alguno, como si nunca lo hubiera hecho. ¡Qué ironía! Hoy que salgo a correr con el Micoach y con el Garmin, no me queda registrado el entrenamiento.
Del tobillo, voy a meterme unos cuantos ibuprofenos más y espero dar por zanjado el asunto.
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