domingo, 5 de febrero de 2012

Entrenamiento largo invernal

A punto de meterme en la ducha con el doble propósito de asearme y de quitarme el frío tras el entrenamiento de hoy, observo una mancha oscura sobre la uña de un pulgar. ¡No puede ser! ¿Una uña negra? Le doy con el dedo y la mancha sale. Ufffff. Qué alivio. Era barro. Claro que, con barro en una uña del pie, puedes hacerte una idea de como fue el entrenamiento.

Salí de casa bien pertrechado, con camiseta térmica, pantalón pirata y chubasquero. Pensé en llevar un pantalón más cálido pero, ya sabes, si llueve... Y llovió. Al principio suave, luego más intensamente. El objetivo es hacer dos horas y cuarto, muy suaves, para completar unos 20 kilómetros.

Comencé mi singladura río arriba, por un camino de tierra bordeado de juncos. Me crucé con otro corredor y me saludó. Entiendo que eso es lo normal pero habitualmente los corredores de por aquí no responden a los saludos. Miran al frente, como si no te hubieran oído y siguen adelante. No sé si tendrán algún déficit hormonal en el sistema saludatorio o si simplemente son un poquito maleducados. En este caso fue el saludo habitual de un corredor entrenando, saludando a otro corredor entrenando. Un poco más adelante noté olor a zorro. Debía de haber alguno por allí cerca. Sigo río arriba, pendiente de la hora. Por aquel camino no hay luz y comencé el entrenamiento a las seis y pico de la tarde. Si me despistaba iba a quedarme a oscuras. Me cruzo con otro corredor que también responde a mi saludo. No doy crédito. Llego al primer obstáculo. Al ser un camino muy apetecible para los ciclistas, allí donde había un charco se ha convertido en un barrizal, o como se dice en mi tierra, nunha lameira. Busco por donde pasar manchándome lo menos posible. Este gesto se repetirá innumerables veces a lo largo del camino de tierra. A veces pude esquivarlo, a veces tuve que pisar por el barro y, a veces, preferí pisar por el agua, siendo ésta la opción menos mala.

Llegado al punto que el sentido común me indicó, di la vuelta y comencé a bajar por la margen izquierda del río. Llevaba un buen rato sin cruzarme con nadie cuando apoyé el botellín de isotónica sobre una estructura de madera y me acerqué a un matorral a orinar. Como no podía ser de otra manera, por la curva apareció un corredor. Recogí el botellín y seguí corriendo. Nos saludamos (increíble! Tengo que entrenar más a menudo por ahí)y vi que por la curva aparecía un perro y detrás una chica. Siempre pasa lo mismo. Basta que necesites un instante de intimidad para que empiece a aparecer gente.

Todavía había suficiente luz de día cuando enfilé los últimos metros de aquel camino fluvial. De repente, un conejo enorme cruzó el camino. ¡Corre, amigo, que por aquí cerca hay un zorro! No vi al zorro y el conejo se escabulló bajo unos tojos. El Fore marcaba 9 km. Me quedaban 10. Había dado la vuelta demasiado pronto y no iba a hacer los 20 que tenía pensado. Tampoco iba a hacer nada especial para completar esa cifra. Continué por mi camino habitual, río abajo. La lluvia comenzó a arreciar. Llego a la desembocadura del río, donde sus aguas se mezclan con las del mar. Termino el botellín de Isostar (era la primera vez que lo tomaba) y descubro que me está dando ardor de estómago. Es la primera vez que me sucede con una bebida isotónica (y he bebido muchas) y ha tenido que ser precisamente con Isostar. Mi isotónica favorita sigue siendo Gatorade. Me cruzo con otro corredor. No responde al saludo. Es un misterio. Me crucé con otros 3 y sucedió lo mismo. Voy a tener que llamar a Jiménez del Oso. Ay, no, que está muerto. Bueno, pues a Iker Jiménez para que resuelva el misterio.

Últimos kilómetros a ritmo lentorro. El chubasquero está chorreando, tengo los pies empapados y los muslos helados. El viento viene de lado, con el frío siberiano ese del que hablan en la prensa. Pero me encuentro bien. No estoy cansado y la respiración es normal. No llevo pulsómetro pero, por sensaciones, voy por debajo de las 140 PPM. Llego a casa. 19 km y un poquito para un par de minutos por debajo del objetivo propuesto. Ahora a estirar y a la ducha, que por hoy ya he cumplido.

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