sábado, 3 de diciembre de 2011

The Cat is Back... o casi

Desde el primer momento en que la vi me pareció muy atractiva. Ese volumen trasero y la forma en que la gente se relacionaba con ella le daba un aire de distinción. Sus movimientos eran suaves y elegantes, casi felinos. Yo la miraba de reojo y cuando finalmente me armé de valor, me atreví a acercarme a ella. La observé con atención y, cuando comprendí cómo debía interactuar con ella, tuve mi primer contacto con la bicicleta elíptica.

Me subí a los pedales, así los cuernos con las manos y comencé a mover los pies. Los primeros pasos fueron lentos e inciertos. Mis piernas se negaban a seguir el ritmo marcado por la elíptica y tuve la certeza de que en el asfalto corría mal, como cojeando. Poco a poco le fui cogiendo el tranquillo y educando mi ritmo. A diferencia de la bici estática, la elíptica lleva una inercia que obliga a seguir un ritmo regular, tan importante en la carrera de fondo. Pronto se me cansaron los cuádriceps y descubrí mi segundo error: la postura del cuerpo no era la adecuada y forzaba las piernas más de lo que debía. Fui corrigiendo también ese error. Ahora ya no me pasa. Busqué información sobre las funcionalidades de la elíptica y me enteré de que el movimiento imita el esquí de fondo, aquel que practicaba José María Aznar antes de que su Personal Coach transformara sus abdominales en una tableta de chocolate. También leí que se debía adoptar una postura en que no se cargara la espalda. Como mi ritmo ya era bastante regular, di un paso más y comencé a usar la elíptica sin apoyar las manos. La espalda llevaba ahora una postura más natural. El movimiento lo iba equilibrando con los brazos, como si fuera andando (o corriendo). Esto me mostró otro error en mi forma de correr: la falta de equilibrio.

Fui corrigiendo estos defectos y descubriendo nuevas formas de usar la elíptica. Además de correr hacia adelante, comencé también a usarla hacia atrás. De esta manera, además de trabajar los cuádriceps, también trabajo los isquiotibiales. También sin manos, por supuesto. Últimamente estoy comenzando a trabajar la propiocepción. Cierro los ojos mientras estoy en la elíptica pero no soy capaz de aguantar mas de 2 ó 3 minutos sin perder el equilibrio. Poco a poco.

Estoy arrancando de nuevo con los rodajes. El 18 de diciembre tengo intención de correr la Monumental de Lugo y veré qué sensaciones tengo. Como debo recuperar el fondo, los entrenos los voy haciendo por pulsaciones, lentamente, con intención de bajarlas. El domingo corrí 50 minutos, a 140 PPM. El lunes hice Stretching Global Activo durante media hora. El martes, curso de natación y 20 minutos de elíptica. ¡Qué difícil es nadar bien a braza! El miércoles, una hora de carrera contínua a 150-155 PPM. Al llegar a casa, ejercicios de cuádriceps en excéntrico. El jueves, curso de natación, elíptica y cuádriceps en máquina en el gimnasio de la piscina. El viernes, 65 minutos de rodaje aeróbico, 145-155 PPM, y ejercicios de cuádriceps en excéntrico. Por supuesto, siempre termino con estiramientos. Estoy sorprendido por la mejoría en los estiramientos de isquios. Tengo los músculos mucho más flexibles que antes. Parece que el SGA va dando resultado. 

El rodaje de hoy no fue de carrera continua en el más puro sentido de la expresión. Cuando iba por el kilómetro 5 y pico, justo cuando iba a cambiar de sentido, suena el móvil. Era mi hermana. Me preguntó: «¿Estás corriendo?». Le contesté: «No, estoy haciendo el amor con mi mujer». Nos echamos los dos a reir, más aún cuando le conté que le había dicho algo parecido a una pesada que me ofrecía cambiar de operadora de móvil y que no entendía que no me interesaba su oferta. Tras la charla con mi hermana, volví a intentar coger el ritmo que llevaba. Las pulsaciones habían bajado a ciento treinta y pico. A los dos minutos vuelve a sonar el móvil. «¿Qué se le habrá olvidado?», pensé. Pues no. Era de la consulta del dentista recordándome la cita anual para la limpieza de la piñata. Aunque no le dije nada, supongo que mis jadeos intentando correr y hablar por teléfono al mismo tiempo la debió de dejar un poco desconcertada. Al menos, eso me pareció por el tono de voz. Las pulsaciones bajaron otra vez y, aunque alcancé de nuevo las 150 PPM, no fui capaz de recuperar el ritmo.

A ver si voy cogiendo fondo de nuevo. En el curso de natación casi me da vergüenza comprobar con qué facilidad me fatigo. Espero que la cosa cambie en un par de meses.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un truco o recomendación en la eliptica...intenta no levantar nunca los talones ....ANIMOOO


OJORDO

khene dijo...

Así lo hago. Gracias por la recomendación ;)