viernes, 23 de mayo de 2008

Resaca post-Mapoma, astenia primaveral o simplemente pereza

No tengo ganas de salir a correr. Simplemente no me apetece. Hace un par de meses cualquier excusa era buena para salir a trotar pero ahora cualquier excusa es buena para no salir. He llegado a estar vestido de corto y decidir en el último momento no salir. Este miércoles conseguí salir pero sólo estuve rodando un par de kilómetros. Después, simplemente estaba cansado, no me apetecía seguir y regresé a casa.

No sé si se debe a mis circunstancias familiares y personales sumadas al cansancio y a la falta de horas de sueño. No sé si me faltan objetivos claros y que el correr por correr ya no me atrae. No sé si es astenia primaveral unido al tiempo loco (más bien malo) de esta primavera. Lo más probable es que simplemente me haya vuelto perezoso.

Espero que me pase pronto y pueda volver a disfrutar corriendo.

miércoles, 21 de mayo de 2008

El Palo: Primeras impresiones

El martes me llegó El Palo. Mi primera impresión al verlo fue que había tirado el dinero. Unos manguitos de manillar de bicicleta en los extremos de una vara de plástico que sostiene 11 tubitos de plástico. Me lo pasé por las piernas, tal y como venía en las instrucciones y siguiendo las indicaciones de Brian pero no noté nada en especial. Supongo que notaré sus efectos cuando lo use después de un entrenamiento o de una carrera. Cuando le pregunté a mi novia por su opinión me dijo: «Parece un artículo de teletienda». La verdad es que sí.

La gente que lo usa habla maravillas de El Palo. Cuando yo lo pruebe publicaré aquí mis impresiones. Espero haber hecho una buena compra.

martes, 20 de mayo de 2008

Carrera en Carreira


El sábado fui a la primera carrera tras el Mapoma. Era una carrera corta, de 5,2 km. Como suele ocurrir en los cincomiles, fue una carrera muy rápida. El ganador indiscutible fue Elías Domínguez, seguido a bastante distancia por Alejandro Pesado. Dejando aparte a los cracks, los que vamos a disfrutar conseguimos nuestros objetivos.

La salida es cuesta abajo y la gente se lanza a por todas desde el principio. El recorrido es todo por asfalto y me alegro de ello porque no me quiero imaginar si los «rastros» que habían dejado las vacas por el medio de la carretera se encontraran en medio de un camino de tierra. Después de varios toboganes nos encontramos con el muro: una cuesta de las que piensas que sin crampones no la vas a poder escalar. Tras la pared, un pequeño descanso, un repecho y la meta. Mi resultado, como es habitual, fue muy discreto. Delante de mí llegaron dos terceras partes de los corredores y detras un tercio (que no era el de Flandes). Mi ritmo medio fue de 4'30"/km.

El ambiente es fantástico y festivo. Julián Bernal tampoco se perdió esta carrera y, como es habitual, ganó en su categoría a sus 89 añitos.

A los niños les dieron medallas agua y camisetas. A los mayores nos agasajaron con una camiseta, agua, líquido lavaparabrisas (perdón, quería decir Powerade), manzanas y ¡empanada de atún!

Fue una pena no coincidir con Bestiario, aunque sí conocí a Castiñeiras. También me presentaron a Bibi, con la que fui codo con codo la mayor parte del recorrido.

jueves, 15 de mayo de 2008

Primera carrera tras la Maratón

Ya han pasado casi tres semanas y ya es hora de volver a las andadas. El sábado participaré en la V Carreira Popular "Virxe da Guía". Es una prueba cortita, de 5,2 km, por lo que promete ser muy rápida. Yo tengo mi ritmo de carrera y, con tal de no quedar de último, me doy con un canto en los dientes. A partir de la semana que viene, empezaré a entrenar regularmente de nuevo.

Voy a conocer en persona a dos «entes virtuales» que dentro de poco tendrán cara. El primero es conocido en la blogosfera como Bestiario, autor y editor de El Color Magenta. El segundo es conocido como Castiñeiras (o Castinheiras) en el Foro de Correr en Galicia. Bestiario también escribe en Correr en Galicia, pero si él no relaciona el foro con el blog (más allá de una coincidencia fotográfica), menos aún lo voy a hacer yo (todos tenemos más de una vida).


lunes, 12 de mayo de 2008

Guardar fotos desde internet

Me he llevado una gran decepción con las fotos del Mapoma que prometía el Marca. Como en la edición gallega no venía el Súper Código, tuve que enviarles un E-Mail solicitándolo. A los cuatro días les envíé otro E-Mail solicitando de nuevo el código, diciéndoles que todavía no me habían contestado. En menos de una hora tenía el dichoso código.

Mandé el SMS, recibí el nuevo código, entré en la web y lo introduje en las casillitas correspondientes junto con el número de dorsal. Me abrió la web de Asiphoto desde donde me podía bajar las fotos en tamaño más bien reducido, sin la protección que tienen en Asiphoto.

Ohhhhh, ¡qué bonitoooo! Pero, ¿de qué vais? ¡No hay ninguna foto nueva! ¡Si ya me las había bajado todas! ¿Que estaban protegidas? Os contaré cómo se hace desde el Explorer.

Supogamos que sabéis llegar hasta la página donde están vuestras fotos con dos enlaces al pie: «order» y «zoom».

Si pinchamos en «zoom», la foto se abre un poco más grande pero no nos deja copiarla. Lo que vamos a hacer es pinchar con el botón derecho sobre el enlace y abrirla en una página nueva (o en una pestaña nueva, a gusto del consumidor). En esta página, la foto también está protegida.

El siguiente paso es ir a la barra de menú, pinchar en «Archivo» (o «File»), pinchar en «Guardar como» (o «Save as») y, en el tipo de archivo, selecciona «Página web completa» (o «webpage, complete»). Te quedará guardado el archivo html con el nombre que le hayas asignado y una carpeta con el mismo nombre. Abre la carpeta y encontrarás la foto. Cópiala fuera del carpeta y ya puedes borrar la carpeta y el archivo html.


Si esto no funcionara, siempre puedes pulsar en tu teclado la tecla de «Imprimir Pantalla» («Impr Pant» o su equivalente en inglés) cuando tengas la foto en la pantalla. Después abres el «Paint», le das a «Pegar» y ya tienes la imagen. Sólo te queda recortar un poquito.

La primera opción tiene una resolución mejor que la segunda, porque te estás bajando el archivo original.

viernes, 9 de mayo de 2008

Beber de un vaso mientras corres

Beber de un vaso de cartón mientras estás corriendo puede convertirse en una tarea imposible. Lo más habitual consiste en pararse, beber y arrancar de nuevo.


Durante el Mapoma, si quería tomar bebidas isotónicas tenía que beber por un vaso. Pero yo no quería parar. Mi solución fue la siguiente:


1) Tiré la mitad del contenido del vaso.

2) Apreté el vaso por el medio, tal y como se ve en el horrible dibujo que he hecho con el Paint.


3) Bebí


De esta manera se forma una boquilla, del diámetro de la boca de una botella, por la que puedes beber y correr al mismo tiempo sin poner perdida la camiseta con isotónica.


A mí me funcionó ;-D

miércoles, 7 de mayo de 2008

Mi Mapoma 2008: El Día D

Seis de la mañana. Suena el despertador y me levanto para desayunar. No me cuesta nada hacerlo (ya podía ser así todos los días). Desayuno unas barritas de cereales con chocolate, una isotónica (de lúpulo no, de verdad), unas nueces y un plátano. Seis quince, pongo el despertador para las ocho y me vuelvo a la cama.

Siete cuarenta y cinco de la mañana. Faltan 15 minutos para que suene el despertador pero ya estoy despierto y no tengo sueño. Me levanto sin hacer ruido y comienzo el ritual pre-carrera. A las ocho despierto a mi chica que todavia está durmiendo. Veinte minutos más tarde estamos en la calle. ¿Vamos andando? No, mejor cogemos el metro. No era el único vestido de corto en el vagón. Al llegar a la parada me doy cuenta de que medio tren va hacia Recoletos.

Me dirijo al punto de encuentro y, a la segunda, localizo a jotaeme y a Mr. Dixie, de Correr en Galicia. Risas, nervios, fotos y nos dirigimos hacia la salida. Besito de despedida a mi novia y le deseo que disfrute de una buena mañana por Madrid (salvo la visita al museo arqueológico, creo que poco más hizo).

Mr. Dixie se nos pierde y jotaeme y yo buscamos un puesto de salida más avanzado. Llegamos casi al globo de 4 h (muy atrás para el pobre jotaeme). Al nuestro lado vemos a una chica con un camiseta de Betanzos y también veo a Lodeiro, también de las rías altas. Por encima de nuestras cabezas pasan los aviones de la patrulla Águila dejando una estela con la bandera española

¡Pam! Dan la salida. Avanzamos caminando, como era de esperar. Al poco, jotaeme se lanza a tratar de conseguir su marca y a desquitarse de la gastroenteritis que le impidió participar en Barcelona. Yo comienzo a notar que mi vejiga me reclama. Me acerco a un seto a orinar. Cuando estoy terminando oigo una voz femenina que dice «sácale la foto a éste». Rápidamente, di media vuelta y regresé a la marea, antes de que me convirtieran en portada del Interviú.

Iba sin reloj, con el Ipod en un brazo y el teléfono en el otro. Por suerte es una carrera seria, sin gilipollas que te amenacen con descalificarte por ir escuchando música. Vestía la kheneseta con mi nombre en la espalda y en la cabeza la gorra negra que mis hijos me habían regalado por el día del padre, allá durante mi viaje a Bristol. En la mano llevaba tres barritas Isostar de sabor multifrutas, que me tomé en los kilómetros 6, 18 y 30 (gracias, Miguel). Mi ritmo era muy conservador, por detrás del globo de las 4 horas.

De pronto llegué a las torres Kio. Noté como una sonrisa afloraba a mis labio y decidí inmortalizar el momento. Seguí corriendo y quise guardar aquellas imágenes. Fotografié a los que llevaba delante ... y fotografié a los que venían detrás. Era impresionante estar en medio de aquellos miles de almas corredoras.
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Guardo pocos recuerdos de la primera media. Recuerdo encontrame de repente en Gran Vía y meternos por Callao hacia Sol. En Sol había mogollón de personas y un grupo (entre los que se encontraba Géminis Despechada) tocando batucada. Hasta llegar a la cuesta de los últimos kilómetros debió de ser el único grupo activo que me encontré (sin contar a los músicos espontáneos, ni a los que nos ponían música enlatada desde equipos de múscia, radiocedés, coches e incluso móviles con altavoces). Daba un poco de lástima ver a los pobres músicos descansando mientras pasábamos. Alguno incluso reclamó música para los populares, pero no le hicieron caso.
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Fue maravilloso ver tanta gente animando a propios y extraños, tantos carteles de ánimos, tantos niños dando aliento a sus padres, tantos madrileños en las calles formado pasillos, sentir el calor del público, ...
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Ya en la casa de Campo llegué a la media. El globo de las 4 horas ya estaba fuera de mis vista y,por supuesto, de mi alcance. No resití la tentación y le pregunté a un compañero la hora. Inmediatamente me arrepentí de haberlo hecho cuando vi al pobre hombre esforzándose por mirar el reloj mientras hacía equilibrios con un vaso lleno de isotónica en cada mano al tiempo que seguíamos corriendo. Consiguió responderme sin que se le vertiera ni una gota. Le di las gracias y le deseé una buena carrera.

Al poco tiempo, en una zona sin gente, me encontré con un hombre que estaba animando a todos los corredores. Era muy vehemente y nos decía que todavía teníamos a nuestro alcance las 4 horas. Me eché a reir. A los pocos kilómetros una chica vestida de manera similar a este hombre, también nos daba ánimos. Entonces me di cuenta de que eran de la organización. Eran los psicólogos deportivos (flipé).

Poco a poco fui llegando a Atocha y me encontré con la sorpresa y la alegría de ver a mi chica entre el público dándome ánimos. La saludé con la mano. Ella se acercó y se puso a trotar a mi lado. Me sentí feliz. También inmortalicé el momento con uan fotografía. Al cabo de un kilómetro, más o menos, se despidió de mí y me dijo que nos veíamos en la meta. Ya quedaba poco para la meta. Desde el kilómetro 34 iba mirando los puntos kilométricos con una mezcla de alegría y estupor. Durante toda la carrera había ido sonriendo y disfrutando de cada zancada. Pero el terreno comenzó a subir. Hasta entrar en el retiro había una cuesta larguísima. Muchos corredores iban caminando pero yo no me iba a rendir. Era fácil: poner un pie delante del otro y continuar haciéndolo. La música atronaba en la calle mientras los músicos intentaban dar un aire de fiesta.

Entré en el Retiro dispuesto a afrontar el último kilómetro. Cogí el móvil y le mandé un mensaje a mi chica dedicándole el kilómetro 42. Por fin la meta. ¡Lo conseguí! Seguí trotando y cogí la manta térmica que nos daban. Era un cacho de plástico que parecía una bolsa del Corte Inglés abierta por las soldaduras, nada que ver con el glamour de las mantas térmicas doradas que dan en otras pruebas. Seguí al gran mogollón y fui cogiendo comida y bebida del avituallamiento: sandía , manzana, barra energética, frutos secos, agua y...¡cerveza! Pero, ¿qué es esto que me dan? Un compañero pregunta «¿No hay cerveza con alcohol?». «No, sólo Laiker», le contestan. Tomo un sorbo y uso el resto para regar una plantas.

Sigo hacia la salida y allí nos recuerdan que recojamos la medalla. Me imagino a mí mismo llegando al aeropuerto con la medalla puesta para que la vean mis hijos. Recojo la caja que me dan. Me parece muy grande para contender una medalla. La abro y... me encuentro con una medalla de resina, de diez centímetros de diámetro y un soporte para colocarla sobre una mesa. ¡Qué decepción! (ahora la tengo en la mesa de mi oficina)

Salí del recinto y me encontré con mi chica, que me estaba esperando con una enorme sonrisa y un montón de besos, toditos para mí. Fuimos caminado hacia la Plaza de España para coger el metro y le comento que no me encontré con el muro. Suena el móvil. Es jotaeme. Charlamos un rato y nos contamos nuestra maratón. Hizo una marca fantástica, pero sé que eso no le llega y que en la próxima va a bajar, por lo menos 10 minutos. Mr. Dixie hizo un tiempo mejor aún. Por el camino, me llama Marola. Me da un alegrón enorme. Es una mujer fantástica y una gran amiga. En algún momento también hablé con el incombustible Banderas, que me felicitó efusivamente por teléfono.

Al llegar a la boca de metro descubro que el muro estaba escondido en aquellas escaleras. Tuve que ayudarme del pasamanos para poder bajar. De allí al hotel, duchita caliente, metro al aeropuerto, avión con ligero retraso (el capitán nos informa de que el aeropuerto de Barajas soalmante tiene tiene habilitada una única pista para depegar y para aterrizar y que estamos de quintos en la cola del despegue). Por fin llegamos a Galicia y me encuentro con una alegría más: ver a mis hijos esperando por su héroe. No saben muy bien cual es la diferencia con una carrera de 10 kilómetros pero se alegran de verme feliz y yo me siento feliz viéndolos a ellos alegres.

Y aquí acaba mi aventura. Tardé cuatro horas y cuarto pero conseguí llegar.
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Mi gran error fue que até demasiado fuerte los cordones en el empeine y me fueron haciendo daño desde el kilómetro 20 hata la meta, donde me daban ganas de descalzarme y terminar descalzo, por el gran dolor que sentía. Mi otro error fue que comencé a curarme una rozadura del dedo gordo del pie demasiado tarde (dos días antes) y me fue dando la lata todo el trayecto.
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Bebí en todos los avituallamientos y pasé por todas las duchas que habían instalado por el camino. Lo de la vaselina en los pies y en las axilas fue un acierto. Lo de la crema para el sol, una necesidad. Lo de llevar el móvil, fue otro acierto. Las barritas energéticas las tomé cuando debía. ¿Que cambiaré la próxima vez? Intentaré salir más adelante, intentaré terminar en 4 horas y entrenaré más las cuestas.
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También aprendí a beber de un vaso mientras vas corriendo. Pero eso es otra historia que deberá ser contada en otro momento.

lunes, 5 de mayo de 2008

Mi Mapoma 2008: El día antes

El sábado, mi novia y yo llegamos al aeropuerto de Peinador con tiempo suficiente para embarcar. Sólo llevábamos equipaje de mano para no perder tiempo facturando. Quise probar el nuevo sistema de web check-in telefónico de Spanair pero, menos mal que soy precavido y había impreso la tarjeta de embarque porque la impresora de la máquina que tenía que emitir el ticket no tenía tinta.
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Como tenía asiento asignado, no me apuré en subir a bordo del avión y me entretuve viendo embarcar a los otros pasajeros. Vi llegar a Xose y me acerqué a saludarlo y a cruzar cuatro palabras con él. Poco después embarcamos nosotros, no sin antes enseñarle a la azafata el ticket sin tinta y echarnos unas risas. Al llegar a Barajas volví a ver a Xose que iba muy nervioso en busca de su equipaje. Le deseé suerte en la carrera y me despedí de él. Antes de ir a Madrid tenía una tarea que hacer. Nos acercamos a la terminal de facturación y sacamos la tarjeta de embarque para el vuelo de vuelta. Después, metro hasta el hotel, dejamos el equipaje en la habitación y nos fuimos a buscar el dorsal.

Al bajar del metro ya se empezaba a ver ambientillo precarrera. Sólo hacía falta seguir a la marea de veteranos para llegar al Pabellón de la Pipa. Cuando ya estábamos llegando, vi una gente bien vestida con un puntillo hortera. Algunos de ellos tenían abundante sobrepeso y no tenían aspecto de que el deporte les importara lo más mínimo. Miré el cartel en la fachad del Pabellón y leí «Madrid Tuning Show & Festival 2008». Comprendí que aquella era otra guerra. Quinientos metros más arriba estaba el Pabellón de la Pipa... y la tremenda cola para recoger el dorsal.

No sé cuanto tiempo estuve en la cola pero calculo que fueron entre 15 minutos y media hora. Los de Adidas habían montado un stand al lado de la fila para presentar su MiCoach. Me pareció un invento muy interesante. Por fin, llegué al interior del Pabellón, donde había unas 10 ó 12 filas para recoger el dorsal y el chip. En total debía de haber unas 20 personas entregando dorsales, todo muy bien organizado aunque con el puntito de frialdad del que lleva dos días haciendo lo mismo. De allí me mandaron a otra zona para comprabar el chip. Seguí por donde me dijeron y me entregaron la bolsa con la camiseta, el llavero y publicidad variada. Ya que estábamos allí, dedicamos un buen rato a visitar la feria.

La feria me pareció interesante pero nada del otro mundo. Te miraban tu tipo de pisada, te ofrecían productos energéticos, te presentaban la Wii Fit, te mostraban ropa y calzado, te demostraban las virtudes de la fisioterapia, te vendían productos naturales y otros no tan naturales, etc. Los de Mizuno estaban presentando una fibra para el invierno que, al mojarse con el sudor, desprendía calor. Era una demostración espectacular aunque la fibra, a los pocos minutos, volvía a estar fría y mojada. Cuando ya íbamos a salir llegaron a la feria media docena de keniatas. Los miré con curiosidad, les hice una foto y me marché de la feria, que la cosa no daba para más.


Por la hora, era el momento de la Pasta Party. Al ver la tremenda cola estuve a punto de no quedarme. Como vimos que se movía bastante rápìdo, nos quedamos para disfrutar de la experiencia. Nos dieron un plato de macarrones con tomate, chorizo y queso rallado, un trozo de pan y un botellín de agua. Mientras comíamos, un psicólogo deportivo nos animaba (entiendo que era un psicólogo deportivo y no un tipo que necesitaba automotivarse y que había decidido hacerlo por megafonía) diciendo que los medios de comunicación nos decían que éramos héroes y que no era cierto, que la maratón era una fiesta de colegas.

Al terminar de comer, salimos y vimos las tremendas perolas donde estaban cocinando la pasta. Nos detuvimos un momento a mirar cómo cocinaban y, tras hacr unas fotos, salimos del recinto de la Pasta Party.

















Al salir del recinto nos fijamos en un grupo de gente alrededor de una persona que acababa de aparcar su coche. No di crédito a lo que estaba viendo. Allí estaba Chema Martínez, cogiendo una bolsa del maletero. Vencí mi enorme timidez y me sorprendí a mí mismo pidiéndole al campeón si me podía hacer una foto con él. Me dijo que sí, con una sonrisa de oreja a oreja. Comentó que el resto del día lo iba a pasar descansando. Le deseamos suerte y está claro que la tuvo.



Haciendo caso del consejo del campeón, nos fuimos al hotel a descansar un poco las piernas. Después salimos a dar un paseo. Encontré por Lavapiés un MaxiDia y compré el desayuno para el domingo. El resto de la tarde la pasé disfrutando de Madrid en compañía de mi novia. Cenita de pasta en un coqueto restaurante madrileño (La Gata Flora) y a la cama antes de las doce, como cenicienta. A lo largo del día recibí las llamadas de jotaeme, de Mr. Dixie, de Banderas y de Marola, compañeros y amigos del foro Correr en Galicia. Me animó muchísimo tenerlos tan cerca en aquellos momentos. Muchísimas gracias, amigos.

Primer entreno tras el MAPOMA

Ayer hice mi primer entreno después del MAPOMA. Fueron 10 km a 4'50"/km. Me sentí muy bien. Supongo que será la supercompensación. No tenía pensado salir pero llevaba varios días con el «mono». Surgió de repente, a las 11 de la noche. Tenía una hora libre sin nada que hacer. No me apetecía leer ni ver la tele. Me vestí de corto y... ¡a rodar!

Esta noche escribiré mi crónica del MAPOMA. Sí, terminé entero y con la sensación de «tampoco es para tanto». Ya estoy pensando en el año que viene. He disfrutado muchísimo con la maratón y he aprendido muchas cosas. Fallos, errores, aciertos, sensaciones nuevas, sensaciones conocidas, ...

Por cierto, el sábado previo al Mapoma me hice una foto con Chema Martínez y le deseé suerte. Ya sabes por qué ganó XD)))