
Ya estoy bajando de peso. A causa de uno de esos misterios del cuerpo humano, desde el domingo hasta hoy he bajado casi dos kilos. No estoy haciendo dieta, pero tampoco me estoy inflando con las delicias cocinadas por mi madre o mi suegra. Aclaremos, mi mujer cocina muy bien y yo me defiendo en la cocina, pero las cantidades exageradas de comida que me he zampado durante las vacaciones ya han quedado atrás. Y ya no tengo a mi subconsciente infantil degustando la cocina de mamá ni a mis suegros ofreciéndome otro plato, preocupados por si no me gustaba la comida en el caso de que no «repitiera».
No hay comentarios:
Publicar un comentario