miércoles, 2 de abril de 2008

Héroes Anónimos de la Zapatilla (II)

Aquí viene Marina, con su eterna sonrisa, con su mirada limpia y brillante, con esos ojos oscuros como el asfalto que durante tantos kilómetros ha pisado, con su cabello corto y siempre, siempre con una palabra amable en los labios.

Marina siempre tiene algo que contar. La ves hablando con todo el mundo. Antes de la carrera, mientras calienta, mientras corre y, sobre todo, cuando termina la prueba: que si los Nike Pegasus no le van bien, que si ha resbalado antes de la carrera y se ha dado un porrazo, que si el otro día se sorprendió a si misma estirando en la cocina con una sartén en la mano, que si es mejor sujetar la cinta del pulsómetro con esparadrapo de papel, que si no te animas a federarte, ... Si corres a su lado, los kilómetros van pasando sin darte cuenta. Le preguntas, ¿a cuánto vamos? Ella mira su Forerunner y te responde con una sonrisa. Entonces te enteras de que vas más rápido de lo que creías y de que no te habías dado cuenta. En mi caso, no sabía que podía correr tan rápido. ¡Si parece que estoy haciendo series de 400!
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Marina no es de las más rápidas, ni siquiera de las más constantes, pero tiene un corazón y una fuerza de espíritu que la arrastra hasta la meta. Ha ganado varios trofeos e incluso un diploma en la Maratón de Madrid. Pero no la oirás vanagloriarse de ellos. No les da importancia. Es una mujer sensata y sabe que lo más importante es disfrutar de las carreras y de los amigos que en ellas se hacen.
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Marina es una lianta de cuidado. Basta con que le tiente una aventura para que empiece a buscar compinches y consiga arrastrar con ella a una decena de compañeros de zapatillas. A la Behobia, al Mapoma o a la Maratón de Barcelona, a disfrutar del viaje, de la carrera y de la buena compañía.
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Su técnica de carrera es muy sencilla pero no está al alcance de todo el mundo. Ella va alcanzando objetivos discretamente durante la carrera. Alcanza a un compañero, charla un rato mientras se recupera y se marcha a alcanzar al siguiente. Y así continúa hasta llegar a la meta. Entonces, ¡oh, sorpresa!, le dicen que ha quedado de tercera, de segunda o incluso de primera de su categoría.
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Y, aunque suele ir sola a las carreras, Marina tiene familia a quien cuidar. Al salir del trabajo, su jornada laboral no termina ahí: atiende a su familia, su casa y saca tiempo de debajo de las piedras para salir a entrenar. Trabajo, familia, amigos, su casa y entrenamientos. No es de extrañar que esté delgadita.
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Marina es una Heroína de la Zapatilla y se merece un trofeo, no sólo por correr, sino por ser como es. Heroína anónima para la gran mayoría y gran amiga para los que la conocemos. Es un placer compartir el asfalto contigo.

1 comentario:

banderas dijo...

Creo que sé de quién hablas. Es una señora bajita pero con una corazón que no le cabe en el pecho... y una lianta de cuidado. De eso no duda nadie que la conozca, pero es un sol que ilumina la carretera o el camino de cabras por el que trota con frecuencia.

Bicos ;-)