Entrenamiento en Umbral

Ayer hice uno de los entrenamientos más duros de mi vida. Lo curioso es que, a priori, me parecía un entrenamiento «chupao». En el plan venía como Entrenamiento en Umbral. Como ya sabes, se refiere al umbral anaeróbico o al umbral de lactato.

Comencé calentando con un trote suave durante 10 minutos. Seguidamente, el khenéfono me indicó que tenía que subir hasta la zona amarilla, lo que quiere decir que tenía que correr entre el 85% y el 90% de mi FCmáx, en el umbral anaeróbico. Ningún problema. Pasaron los 10 minutos y la dulce voz del khenéfono me indicó que redujera hasta la zona azul, entre el 60% y el 75% de la FCmáx. Cuarenta y cinco minutos de trote suave, controlando para no pasarme del 75%.

Terminan los tres cuartos de hora. Los veinte minutos restantes son simétricos a los 20 del principio. El khenéfono me indica que suba hasta la zona amarilla. Subo el ritmo y noto que no van a ser tan fáciles como los 10 primeros. Me costaba mantener el ritmo. El khenéfono me avisó en dos ocasiones, con su voz enlatada y chirriante, que había bajado del 85%. Volvía a correr más rápido mientras deseaba que terminaran de una vez los diez interminables minutos. Por fin, el khenéfono me dijo que terminara, con un trote suave de 10 minutos.

Creía que lo peor había pasado pero estaba muy equivocado. Me sentí vacío, sin fuerzas ni para caminar. Era peor que cuando tropecé con el muro en el maratón del año pasado. Necesitaba sentarme o tumbarme. No lo hice. Me forcé a trotar y, poco a poco, arrastrando los pies, fui terminando mi entreno.

No sé si fue por el tipo de entreno o por otras circunstancias. Antes de salir, había comido unos higos secos y bebido un trago de isotónica (no de lúpulo). Si no, no sé cómo hubiera terminado. Este entrenamiento lo tengo que repetir todas las semanas, con pequeñas variaciones. La próxima semana ya sé lo que me espera y estaré preparado para un entreno duro.