Un año más, me esperaba el madrugón que no lo es (gracias al cambio de hora) para participar en «La Pedestre». El día antes había ido a buscar el dorsal y me había encontrado con Marina repartiendo los carteles reivindicativos sobre la Alameda y el derecho de los corredores compostelanos a disfrutar de ella por la noche. La propuesta tuvo mucho éxito y ahora la respuesta queda en manos de los responsables municipales.
Mi familia, que al principio me acompañaban con ilusión a todas las carreras, no me acompañó en esta ocasión. No los culpo. Han alcanzado el nivel de saturación. Las circunstancias también han cambiado. Ya no quedamos con mi amigo Antonio y su familia para ir juntos a la carrera y después ir a comer. Creo que su familia también está saturada y él ya está en otro nivel.
Tras recorrer en coche los 60 kilómetros que me separaban de Compostela, aparqué en el parking de San Clemente, a tan sólo unos metros de la catedral. Fui trotando por la Praza do Obradoiro hasta el lugar de la kedada. Durante unos metros, fui al rebufo de uno de los keniatas que iba calentando suavemente. La verdad es que parecen esculpidos con las proporciones perfectas para correr. Llegué al lugar de la kedada y, al primer vistazo, no vi a nadie. Al poco me encontré con José María. Siempre es una alegría encontrarte con los amigos. Pronto empecé a ver caras conocidas. Me alegré especialmente al encontrarme con Isa. Aún recuerdo cuando estaba desesperada porque el médico le había dicho que no podría volver a correr. Y ahí está, aguantando el tirón y dando guerra. Entre la marea de corredores calentando surgió el vecino del blog de al lado, Grimo. Tras el calentamiento al lado de Grimo y José María, me dirigí hacia la salida. Allí estaba Óscar junto con más gente conocida. Saludos, unas risas y nos fuimos colocando para la salida.
¡Pum!
Dan la salida y comienza la tortura de ir oyendo a los cadetes de la Escuela Naval de Marín entonando sus cánticos marciales. La salida pica para arriba y yo voy atento al pulsómetro. Quería tener las pulsaciones controladas, sobre las 170 PPM. Tras una semana sin salir a correr y unos entrenamientos anteriores más bien escasos, mi forma física deja mucho que desear. A mi lado apareció Grimo y, metro adelante, metro atrás, fuimos juntos todo el trayecto.
Aunque el sábado había estado lloviendo, el domingo nos ofreció una mañana soleada y fui disfrutando del recorrido por las calles compostelanas. Tras el paso por Vistalegre apareció la cuesta de Vite. Mi ritmo se ralentizó pero aún así no pude evitar que las pulsaciones llegaran a 180. En la subida saludé a Ezaqui, que estaba animando a todos los corredores. Poco a poco coroné la subida. Unos metros para bajar pulsaciones y comencé la progresión hasta meta. Comenzaban los sublimes momentos de correr por las empedradas y mojadas calles de Santiago, cuando descubres la razón de la popularidad de la carrera y comprendes que el esfuerzo ha valido la pena. La gente animaba entusiasmada y las piernas iban solas. Por fin, la catedral y la Praza do Obradoiro. Al entrar en la plaza, veo a unos metros la camiseta rayada de Grimo. Eché un sprint para alcanzarlo. Alguien gritó mi apodo dándome ánimos. Alcancé a Grimo y entramos juntos en la meta. Me apetecía compartir la llegada a meta con él, ya que habíamos hecho todo el camino juntos.
Ahora comenzaba la cola para recoger la camiseta. La gente refunfuñaba y protestaba por tener que permanecer tanto tiempo sudados, enfriándonos y sin poder escapar de aquel desfiladero. Uno saltó una valla y se llevó un tremendo abucheo cuando se coló más adelante. Otro grupo siguió el mismo camino pero para marcharse de allí.
Tras la media hora de espera me entregan una camiseta blanca, con un logo pequeño en el pecho y un botellín de agua. Busco una fruta o algo de comer y no veo nada. Tampoco vi que nadie llevara en la mano nada de comer. Saludé a unos amigos, a José María, a Carlos Manuel y a sus padres, a Vicente, a Marina y me marché de la plaza más singular de toda España, donde miles de corredores cada año tomamos al asalto.
6 comentarios:
esas pulsaciones subiendo vite eran 180 o más bien, 80 ;).
En fin, enhorabuena por disfrutar y a ver si coincidimos otro día en otro "rodaje isotónico por el Mero con callos"
saludos
graciñas por decirme la velocidad a la que ibamos por km,gracias a eso pude dosificar y llegue genial.
nos vemos en la proxima
un besiño
isa
no te vi en la carrera, pero se que estuviste he visto fotos jeje
te toco escuchar los cantarines con Grimo,? espero que no!
este año espero poder correr el san san martiño si las lesiones lo permiten objetivo sub 45 (deberia estar hecho )
Espero llegar a esta kedada ya que la salida es a escasos 500 m de mi casa
saludos
Malo, ya tengo el libro y lo estoy leyendo (cuando puedo). Ya voy por Jesse Owens. Espero compartir contigo unos kilómetros este domingo en Betanzos ;D
Isa, si yo tuviera tus «huevos» hace tiempo que habría bajado de la hora en la Pedestre. No hay milagros, sólo fuerza de voluntad. Un beso, guapa :D
Óscar, espero que coincidamos en la San Martiño. Durante la pedestre fui sufriendo toooodo el camino a los de la Escuela Naval. Lo más flipante es que la gente les aplaudía al pasar. ¿Cómo se llama a las personas que, a cambio de dinero, están dispuestos a matar a otras personas? ¿Soldados o asesinos? Creo que ni tú ni yo mataríamos a otra persona por mucho dinero que nos dieran, ¿no?
Un abrazo
Y lo bien que lo pasamos con el hilo musical toda la carrera, estoy por invitarlos para la San Martiño. Un placer compartir trozos de carrera y sobre todo la entrada en meta. Un abrazo.
Varias cosas:
- no he ido nunca a la de Santiago, pero por lo que contais, se me están quitando las ganas
- los de la escuela naval son asíduos a la San Martiño... no os preocupeis, que allí estarán, cantando todo el camino. El año pasado los perdí de vista... no recuerdo si los dejé atrás o me adelantaron (más seguro esto último)
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