martes, 26 de abril de 2011

Maratón de Madrid 2011: Nuevas sensaciones

Fue mi cuarto maratón pero para algunas cosas fue mi primera vez.

Fue la primera vez que entro en meta con mi hijo al lado, con sus diez añitos recién cumplidos. Él, mi hija y mi mujer me fueron animando a lo largo del recorrido. Primero en la salida, después en Callao y, finalmente, en la Puerta de Alcalá. Allí fue donde se puso a mi lado, poco antes del km 41 y corrió conmigo hasta la línea de meta. Me hizo mucha ilusión.

También fue la primera vez que entro en meta al sprint. El pobre chaval casi no podía seguirme. Le di la mano y entramos juntos a 3'50"/km. Después de haber estado corriendo durante casi 4 horas y cuarto, no me podía creer que las piernas me respondieran así.


Por primera vez terminé un maratón sin agujetas. Estaba cansado, claro, pero no tenía la sensación de agotamiento que había sentido en las otras tres ocasiones.

Nunca antes había llegado a la meta sin hambre ni sed. Cogí un Powerade en la línea de llegada, bebí un trago y lo dejé. Pasé de las colas del avituallamiento post carrera. No tenía sed. No tenia hambre. Había bebido 200 ml de agua cada 5 km y había tomado un gel en los kilómetros 10, 20 y 30. El desayuno, a las 6 de la mañana, había consistido en 4 galletas Chiquilín, un trago de zumo de naranja y otro de Powerade.

También los entrenos habían sido distintos a los de otros años. El rodaje más largo fue de 27 km (incumpliendo lo que me indicaba el plan). Los otros no llegaron a 24 km. Hubo series, largas y cortas, pero no rodajes de más de 2 horas. Aunque no las tenía todas conmigo, el plan funcionó.

Los últimos kilómetros fueron más lentos que los primeros pero no agónicos. Y fueron más rápidos que en años anteriores. En el kilómetro 35 valoré si valdría la pena subir el ritmo pero me di cuenta de que podría ganar solamente un par de minutos y que podría perder más de 10 si la cosa no salía bien. El muro no apareció y disfruté de cada uno de los kilómetros del maratón.

La verdad es que todo salió bien. En la feria del corredor me había encontrado con Miguel Ojordo. Me alegré mucho de verlo. El día de la carrera, en el viaje en metro desde el hotel a la salida, estuve charlando con un corredor catalán que me contó que era un incondicional de Saucony y que había aprovechado la logística de su negocio para contactar con la empresa y colaborar con ellos en traer la marca a España. Al llegar al Banco de España, me encontré con Banderas, Rubenigui, Jecarqui, Govi y otros más, con los que me hice unas fotos. Nos deseamos suerte y nos separamos. Fui hasta la salida con Banderas. Quedamos a casi 5 minutos del arco de salida. Rodamos juntos un par de kilómetros y cada uno continuó para hacer SU maratón. Al igual que en otros años, había gente disfrazada: un hombre con traje de novia, otro vestido de tigre, otro de indio, ... Dos corredores llevaban a la espalda un muro de poliexpán con una frase alusiva a que íbamos a poder con él. Un chico llevaba escrito en la camiseta "Hace 18 semanas esto parecía una buena idea". Me hizo gracia. El ambiente era muy festivo, como siempre, aunque me pareció que había menos charangas que otros años. No podía faltar la música de Carros de Fuego, que en esta ocasión fue por partida doble. Este año no pasamos por delante de la catedral de la Almudena debido a la procesión del domingo de Ramos. Nos metieron por debajo, por un túnel, donde muchos aprovechamos para desaguar.

Tras cruzar el arco de La Media, al entrar en el Parque del Oeste, me fijé en una corredora de cabello cano que llevaba una camiseta donde ponía que corría por McMillan, en favor de la lucha contra el cáncer. Fui haciendo la goma con ella hasta el km 38. Allí empecé a oír voces animando a una tal Linda, y diciendo "Go, Linda, Go!". Así supe el nombre aquella mujer y que era conocida por aquellos andurriales capitalinos. Por desgracia, los ánimos le hicieron subir un pelín el ritmo y, al poco, se quedó atrás. Otra curiosidad que recuerdo fue un grupo bastante numeroso de la Bripac que salimos a la misma altura. Empezaron con mucha coña, casi con chulería, pero los últimos km lo pasaron fatal. Recuerdo especialmente a un chaval que adelanté en el km 39. Me dio pena. Iba destrozado, con la cara desencajada. Le di ánimos y le insistí en que sólo quedaban 3 km.

El resto ya lo he contado. La ilusión de ver a mi familia animando, la alegría de que mi hijo me acompañara y la satisfacción de llegar tan entero a la meta. Objetivo cumplido. Ya habrá otras ocasiones para mejorar marca. O no.

viernes, 15 de abril de 2011

A por los 42,195

Viernes, siete y cuarto de la mañana. Suena el despertador. Último rodaje. Me visto de corto y salgo a rodar media hora. Hace un frío que pela. El río desprende ese vaho propio de los días fríos. Un cisne solitario nada entre los cañaverales. Me cruzo con un corredor. Llego a donde el río pierde su fluvial nombre. La marea está baja. Paso junto al circo que han instalado en la explanada. Todos duermen, A lo lejos veo a otro corredor. Doy vuelta. Me cruzo con dos señoras paseando. Son las 7:40 de la mañana. 

Voy pensando en el Felipe ese. ¿Cómo se llamaba? Felipe de S... No, no era Felipe. Era Filipi. Filipi de S... El pobre hombre que supuestamente tuvo que correr para los 42 km para dar la noticia a los espartanos de que habían vencido la batalla a los persas. Si en vez de correr, hubiera usado un móvil... «¡Oye! ¡Que hemos vencido a los persas! ¡Les hago una foto y te envío un MMS!». Los maratones hubieran sido de otra manera:

Todos los corredores en la salida, con sus móviles en la mano. Algunos, nerviosos, con el dedo sobre la tecla de llamada. Otros, más tranquilos, charlando con los compañeros mientras estiran los dedos. Aviso por megafonía. Todos listos. ¡Pum! Los dedos ágiles marcando el número de meta. Prueba conseguida: ya podemos ir al avituallamiento, a recoger la camiseta y la medalla, a tomar una isotónica y para casa. Luego nos quejaremos de que la distancia no estaba bien medida y que por eso el móvil tardó tanto en conectar. O que la salida fue muy masificada. O que me quedé sin batería. O que casi no había cobertura. O que la llamada es muy cara, que ponen una línea 900 o no vuelvo el año que viene. O que me equivoqué de número y llamé a una línea erótica... Creo que sigo prefiriendo el maratón tradicional.

A por los 42,195 km ;-D

jueves, 14 de abril de 2011

Números y datos pre-Mapoma


Como ya he dicho anteriormente, este año voy a intentar terminar Mapoma en 4 horas. Este año seremos 10.500 maratonianos acompañados durante los primeros kilómetros por los 5.500 corredores que participan en el 10.000. Calculo que llegaré en el puesto 8.000, más o menos.

Como me ha pasado otras veces, no me siento suficientemente preparado, ni con el suficiente volumen de kilómetros (600 km), ni que haya bajado el suficiente peso (90 kg, con sobrepeso para mi estatura).

Como en anteriores maratones, no he seguido fiel y completamente un plan de entrenos de principio a fin.

Como es habitual en mí, tengo miedo a llevar un ritmo demasiado fuerte que me haga pinchar en los últimos kilómetros. En las medias es miedo, en el maratón es terror.

Me he dejado barba, que me afeitaré el domingo después de correr. Mañana me cortaré las uñas de los pies para que no me den problemas. Los pies bien, sin ampollas ni rozaduras. En la cabeza tengo la lista de todo lo que necesito para correr: camiseta Mizuno del club, malla corta Mizuno del club, slip azul marino con un dragón en un lateral, calcetines Spiuk, zapas Brooks Adrenaline GTS 10, Gorra Nike, Fixomull Stretch para los pezones, un par de kleenex por si me da un apretón, crema solar protección 50 que va a pegar el sol, Forerunner y cargador, móvil y funda brazalete para localizar a la familia tras la llegada. Para después del maratón: aftersun y Sudocrem, por si hacen falta.

Estrategia durante la carrera:
a) Puedo seguir un globo de 4 horas. Podría ocurrir que me encontrara bien y que apretara los últimos kilómetros, con lo que podría bajar un par de minutos de las 4 horas. También puede ocurrir que pinche y pierda un buen puñado de minutos.

b) Seguir el globo de 3h45'. Es más probable que pinche por el kilómetro 33. Si pierdo un par de minutos por km, también llegaré en 4 horas, pero destrozado.

c) Seguir el ritmo de 5'30"/km en mi Forerunner. Tendré que estar pendiente del crono y de no pasarme de ritmo, por arriba o por abajo. Ocurre lo mismo que si corro sin reloj, que sé que me voy a pasar por los dos extremos (y eso no es bueno).

¿Es tan imporatnte acertar con el ritmo correcto? ¿Qué prima más? ¿El tiempo que estás corriendo, el número de zancadas que das, que la velocidad sea correcta o un compendio de todas las anteriores? Supongo que esto último.

Creo que voy a seguir el plan a). La diferencia no es nada. No me voy a sentir más orgulloso por haber terminado en 3h45' que por haberlo hecho en 4 horas. Mi familia y mis amigos me apoyáis, me dáis ánimos pero sé que tampoco vais a dar importancia a esa diferencia de 15'. La diferencia real va a estar en cómo me voy a encontrar físicamente al terminar: la mañana del domingo es mía pero el resto de la semana santa es de mi chica y mis niños y debo estar en condiciones para disfrutarla con ellos.

Siguiendo con los preparativos, ya he preparado la ruta de metro desde el hotel a la estación del Banco de España, justo al lado de la salida. He calculado el tiempo que me llevará (casi tres cuartos de hora). He pensado qué voy a desayunar ese día y a qué hora debo levantarme. He determinado lo que voy a beber en cada avituallamiento, en cuales tomaré agua, en cuáles isotónica y qué cantidad. He marcado los kilómetros 10, 20 y 30 para tomar los geles.

Iré a por el dorsal el sábado temprano, por la mañana. Para las 4 de la tarde, tengo las entradas para visitar la exposición de Alejandro Magno en la sala de exposiciones del Canal de Isabel II. Por la tarde iré al Retiro a dar un paseo en barca con los niños.

Sí, yo también creía que sólo era calzarse las zapas y ponerse a correr.

Hoy he terminado el último entreno para el maratón. Una hora a ritmo de maratón (5'40"/km), sin esforzarme por mantener el ritmo, simplemente corriendo suave y tranquilamente. El viernes haré 30' muy suaves, por la mañana, antes de entrar a trabajar. Después de comer no tendré tiempo porque marcho en coche para Madrid.

Como suele decirse, el trabajo ya está hecho y este post es una especie de recordatorio de que todo está planificado y saliendo según lo previsto. Sólo queda llegar, correr y terminar. Madrid, ¡alá imos! 

lunes, 11 de abril de 2011

Mi Vig-Bay 2011

¿Correr una media la semana antes de un maratón? Pues sí. Pero hay que puntualizar que lo que la mayoría de los corredores entiende por correr no es lo mismo que lo que entiendo yo. He terminado la Vig-Bay en 2 horas exactas, de menos a más, tal y como me había propuesto. Mi plan de entrenos me indicaba correr 90 minutos pero no creo que por hacer media hora de más me vaya a cargar el maratón. O tal vez sí. El caso es que ya está hecho. Me marqué unos ritmos para llegar en 2 horas y corrí la Vig-Bay más cómodo que nunca.

Antes de la salida, saludo a los correlegas del club, al gran Jotaeme, a Jecarqui, a Javi y a Chechu.

La salida, con cajones, aunque todos nos pusimos donde nos salió de los ídem (o de algo con un nombre similar). Veo y saludo a mi cuñado. Me situo al lado de Fran y de Fernando. Fran me dice que va a terminar en 2 horas y pico y que tiene un tobillo mal.

Vuelta de 3 km a Samil. Esperaba ver venir de frente a Pedro Nimo cuando observo que la gente ¡había invadido el carril contrario! ¿Habían cambiado el recorrido? Pues no. Una moto de policía con las luces y las sirenas abrió paso a los gacelos que iban en cabeza. Vuelta en la rotonda. Veo a Charly parado en la acera mirando cómo vamos pasando los corredores. Me acerco a él, le saludo con un apretón de manos y me responde con una enorme sonrisa.

Voy controlando el ritmo para hacer el primer diez mil en una hora, a 6'/km. Fran, con el que compartí un par de kilómetros, se marcha hacia adelante. Me cruzo con Ángeles y Evaristo. Nos saludamos. Terminada la vuelta, enfilo hacia O Bao. El día se abre para dejar paso al sol y a un cielo con pocas nubes. No hace demasiado calor.

Cuesta de Canido. Al llegar arriba oigo una voz que dice: «Ánimo, marisqueiro!» Doy las gracias a la amable desconocida y sigo corriendo.

Llego al alto de Mide. Se acabaron las cuestas. Me regulo para cumpir objetivos. En el avituallamiento del km 10 me tomo un gel. No lo necesito pero quiero asegurarme de que a mi estómago le sienta bien puesto que es el que voy a llevar a Madrid. Bebo un cuarto de litro de agua, igual que hice en el km 5 y que haré en el km 15. El crono me marca 1 hora exacta. Es el momento de empezar a correr un poco más rápido. Los 11 kms que faltan tengo que hacerlos en una hora. Empiezo a adelantar gente.

Kilómetro 10 y medio. No aguanto más. Falta una hora hasta la meta.Tengo que parar a mear. ¡Qué alivio! En el kilómetro 11 y medio veo a Fran parado en el arcén. Me detengo a su lado y le pregunto por su tobillo. Me dice que está bien pero que está esperando por Doris, que tuvo que hacer una parada «técnica». Arranco de nuevo. Oigo a una chica que me saluda llamándome khene. Me dice que es Inma (yo lo entiendo así). La saludo pero sin terminar de «centrarla». He necesitado más de 30 horas para recordar quién era. Se trataba de Paqui (que se había presentado por el nick de CenG), que estaba corriendo su primera media.

Sobre el km 12 nos adelanta un hombre que va en monociclo. En serio. Era un monociclo con una rueda enorme, como de un metro de diámetro. Quedamos todos embobados viendo cómo nos pasaba.

Llego a la bajada a Playa América. Una mujer nos ofrece una ducha, pulverizando agua con una manguera. Me refresco y le doy las gracias. En Playa América está el tercer avituallamiento. Tras coger el botellín de agua veo que se acerca un jinete. Sigo corriendo y oigo los cascos del caballo detrás de mí. Giro la cabeza (por si acaso) y compruebo que va por un lateral.

Sin el peligro de ser aplastado por un caballo, compruebo el ritmo. Tengo que recuperar el tiempo perdido en las paradas. Aprieto un poco. Llego a A Ramallosa y veo a Rubén con la cámara en la mano. Sonrío para la foto. Me hace un gesto dándome ánimos. Un poco más adelante siento un pequeño bajón. El ritmo se va manteniendo. Ya se ve Baiona.

A falta de un kilómetro aprieto el acelerador. Bajo de los 5'/km pero aguanto bien. Falta medio kilómetro. Aprieto un poco más, por debajo de 4'45"/km. Estoy llegando. Sigo con la progresión... Un último empujón... Entro en meta corriendo a 3'27"/km... Mi crono me marca 2h00'07". ¡Objetivo conseguido!

Tras recoger lo que nos daban en el avituallamiento de la llegada, salí de la zona de meta. Me encontré con Antonio y  fuimos juntos a buscar a mi chica y a los niños. Ella me preguntó: «Te sientes capaz de correr otros 21 km ahora». «Sí», le mentí yo...

Dentro de 6 días, el Maratón de Madrid.

viernes, 8 de abril de 2011

MAPOMA 2011: Faltan 9 días

Faltan 9 días para el maratón de Madrid. El domingo estaré en el Paseo de Recoletos, con 600 km en las piernas y con todo lo que conlleva preparar un maratón. Mi objetivo es bajar un minuto de las cuatro horas. La estrategia es la más conservadora posible: engancharme a un globo de 4 horas, beber en todos los avituallamientos, y tomar un gel en los kilómetros 10, 20 y 30. El ritmo de carrera será de 5'40"/km. 

Creo que podría terminar en 3h50' o incluso en 3h40', pero le tengo respeto a Madrid y a las cuestas que hay pasada la estación de Atocha. Para mí, Madrid no es un Maratón para hacer marca sino para disfrutar. Si llego con las pulsaciones un poco altas a la Casa de Campo, lo pagaré/sufriré más adelante. 

Este año vendrán también los niños a ver la carrera. Aprovecharemos para ver el sábado  la exposición sobre Alejandro Magno y ya veré si hacemos algo más lúdico-festivo. Acabo de enterarme que ese sábado es el Madrid-Barça en el Bernabeu. Supongo que esa noche no va a ser muy complicado encontrar donde cenar.

Hoy por la tarde salí a correr. Fui sin bebida y el calor me lo hizo pagar. El domingo correré la Vig-Bay a ritmo de maratón. El miércoles me toca correr una hora, el viernes 30 minutos y, el próximo domingo, un rodaje de 42 km y pico.

Hoy no estoy inspirado para escribir. Tengo la sensación de que el día del maratón llegó así, de repente, y que me ha pillado por sorpresa, sin la suficiente preparación. Sé que eso es normal pero no me deja de inquietar. Sea como sea, voy a correr en Madrid y voy a terminar el Mapoma. Con las piernas o con la cabeza, pero terminaré los 42 y pico. Intentaré escribir otro post a media semana y, tras la carrera, contaré en una crónica la aventura de mi cuarta participación en el Maratón Popular de Madrid.