viernes, 31 de diciembre de 2010

Día 12: San Silvestre en Castrelos

Un año más, participé en la San Silvestre Solidaria en Castrelos cuya cuota de inscripción es de un kilo de alimentos no perecederos. Según dijeron por megafonía se recaudaron unas cuatro toneladas y media para el Banco de Alimentos entre los mil y pocos corredores que participamos.

La carrera fue alegre y festiva con muchos corredores con gorritos de Papá Noel o de reno, así como  disfraces diversos. Entre los corredores había familias con niños, gente solidaria que participaba andando, parejas de canicross y gente de todas las edades y condición física. Mientras todavía corríamos, comenzó el sorteo y los dorsales premiados los fueron anotando en una pizarra. El premio estrella fue un enorme jamón serrano. Al llegar a meta nos daban agua, refrescos y plátanos. En cuanto se terminó el sorteo, abrieron las puertas del auditorio de Castrelos para tomar el chocolate con roscón, más plátanos y cheetos. Esta carrera es una fantástica excusa para terminar el año de manera solidaria y para despedirnos de los amigos corredores hasta el año que viene (o, lo que es lo mismo, hasta mañana).

Día 11: La Pre-San Silvestre en Compostela

Originales como pocos, los correlegas del CAR Santiago organizaron un rodaje navideño en la Alameda de Santiago de Compostela. La hora de la cita era las 9 de la noche y allí me fui, ataviado con mi gorrito de Papá Noel.

Seríamos unos cincuenta corredores. Algunos llevaban motivos navideños, otros vestían la equipación de su club y había un divertido trío de chicas llevaban en sus muslos una liga roja. Lo que sí se apreciaba era mucha ropa técnica. Saludé a Marola, a Jabelo, a Aficionado, a Piky, a Flip, a Gallego, a Fleky, a Dolores, ... Eché de menos a Miguel Ojordo, que me había manifestado su intención de asistir al rodaje, y a algún compañero del CARMA. Un fotógrafo iba recogiendo instantáneas del evento. Un par de «flashazos» me aseguraron que yo también iba a salir en alguna foto.



Salí en mi línea, rodando suave. Cerca de mí iban las chicas de la liga roja. Se trataba de dar 6 vueltas a un recorrido por la Alameda, lo que hacían cerca de 5 kilómetros. Después de la primera vuelta, y siempre a mi ritmo, fui acompañando a (o fui acompañado por) Flip, una mujer de gran corazón y enorme coraje. Cuando le comenté la posibilidad de variar el ritmo, me contestó que iba «muy cómoda conmigo». Le hice un comentario divertido sobre su frase y nos echamos unas risas. Fue un rodaje muy agradable, no sólo por la compañía, sino por los aplausos de ánimo dirigidos a las chicas que yo recogía ávidamente como si en parte fueran para mí.

Como no podía ser de otra manera, en la tercera vuelta nos doblaron. Cuando completábamos la quinta nos encontramos con el paso por meta repleto de corredores que ya habían terminado y tuvimos que decirles, frente a sus caras de sorpresa, que nos abrieran paso, que aún nos quedaba una vuelta más. En la llegada a meta comencé a «picar» a Flip y pareja para entrar en meta al sprint. Al final, entramos haciendo una pantomima de una llegada con empujones y tirones.

Había isotónicas (de las de verdad, no de las de lúpulo) y un chocolate delicioso, con una calidad muy similar al de «Bonilla». Tomé un vaso enorme de chocolate y dejé las isotónicas para los que habían corrido de verdad. A mí me fue suficiente con un trago de agua de una fuente cercana. Un ratillo de confraternización, charla acerca de planes de entrenamiento para maratón, quejándonos con ironía, de que el circuito estaba mal medido, que los puntos kilométricos estaban mal situados, que la carrera no estaba homologada y todas esas cosas de las que nos quejamos siempre en las carreras.

Entrega de diplomas a los primeros llegados y despedida con besos y apretones de mano, deseándonos un feliz año nuevo. Llamé por el khenéfono a mi chica y me fui junto a ella y a mis niños, que habían esperado pacientemente al loco de su padre.

¡Feliz año nuevo a todos! Que las lesiones os respeten y que se cumplan vuestros objetivos, tanto en lo personal como en lo atlético.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Día 10: Un día normal

Hoy salí a correr por la mañana. Por la noche, probablemente, iré a la reunión del club y no me quedará tiempo para entrenar. Al empezar a correr casi me tropiezo con una excavadora que estaba echando gravilla en el circuito de Castrelos. Después me fui encontrando con operarios recogiendo hojas con sopladores, otros segando con segadoras de hilo, más allá con segadoras de cuchilla, ... Había un batallón de personas «lavándole la cara» al parque.

Al final de la segunda vuelta comenzaron a caer unas gotas. También empecé a sentir que mis intestinos reclamaban mi atención. Al final de la tercera vuelta empezó a llover pero llegué a casa antes de que cayera más fuerte.

Hoy fue un día normal. Mañana seguro que será más interesante. Ahora le daré 36 horas de decanso a las piernas.

martes, 28 de diciembre de 2010

Día 9: Me tropiezo con un «despistao»

Diez de la noche. Me planto en la calle con las mallas piratas, camiseta técnica de manga larga, gorrito en la cabeza. Me quedo un par de minutos mirando el Forerunner mientras conecta con los satélites. Oigo una voz que dice: «Mrrñññññs ddsn mrrngillo?». Me giro y veo a un hombre bajito, sin afeitar que me mira. Me repite: «¡Que si tienes un cigarro!». No me lo puedo creer. Levanto las manos con las palmas hacia arriba y le respondo: «No». El hombre se marcha y a mí me dan ganas de buscar la cámara oculta.

En Castrelos había mucho movimento. Un equipo haciendo progresiones, gente rodando, una chica haciendo series cortas y yo haciendo mis 4.2 km.

Hoy estaba muy cansado y me planteé si debo seguir entrenando a diario. Me costó un egg salir a correr. Cuando me ponga con un entrenamiento en serio no sé si podré salir todos los días o si necesitaré días de descanso. De momento llevo 9 días.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Día 8: Empezando la segunda semana

Con la idea de que me iba a encontrar con un temporal de viento y lluvia, me pertreché adecuadamente y salí a correr por Castrelos. Para llevarme la contraria, el temporal amainó y el aguacero se transformó en una suave llovizna que llegó a desaparecer pasados unos minutos.

Mis sensaciones son de cansancio. Tengo molestias en las piernas justo por encima de los tobillos, así como en los abdominales. No sé si es debido a llevar 8 días entrenando a diario o al "tute" navideño. No me atrevo todavía a hacer rodajes más largos por miedo a estar cansado el día siguiente o a sufrir una tendinitis. Ya me lo pedirá el cuerpo. Hoy también hice 4.5 km.

domingo, 26 de diciembre de 2010

DÍA 7: Una semana entrenando todos los días

Hoy no me apetecía NADA salir a correr... pero había que hacerlo. Igual que los otros días de esta semana, salí a correr de noche e hice 4.3 km. E igual que los otros días de esta semana, hacía un frío que afeitaba, con 2ºC que marcaba el termómetro de la farmacia.

No estoy en mi casa y no sé cómo llevo el peso pero, en plenas navidades y comiendo en casa de mamá, no creo haber bajado ningún kilo. Más bien lo contrario.

Han sido 30 km escasos en esta semana, entrenando a diario. Probablemente, la que viene será igual, de 4 ó 5 km cada día. Después de las fiestas, comenzaré a aumentar el kilometraje y a preparar el Maratón de Madrid.

sábado, 25 de diciembre de 2010

DÍA 6: Castrelos en soledad

Eran las nueve y pico de la noche cuando entré en un solitario Parque de Castrelos. Al otro lado del río, las luces de las carpas de la fiesta irrumpían en la penumbra dando al parque un toque entre misterioso, onírico y siniestro. La camiseta térmica, las mallas largas y el gorrito me aislaban de los 5ºC de frío intenso de la noche viguesa.

Corrí entre las sombras en completa soledad. No fue hasta la segunda vuelta cuando empezó a aparecer gente paseando mientras sus perros aliviaban sus vejigas. Detrás de mí oí unos pasos y un corredor, vestido con American Movie Style (pantalón gris de algodón y sudadera de algodón con capucha), me adelantó y se alejó por un camino distinto al mío. Al final, el parque no estaba tan solitario. Corrí 4.2 km a ritmo navideño, con el bandullo repleto de ricas viandas de la mar y deliciosos dulces navideños. 

¡Feliz Navidad, correlegas! :D 

¡FELIZ NAVIDAD!

viernes, 24 de diciembre de 2010

DÍA 5: Matinal en Nochebuena

El termómetro marcaba 1ºC cuando salí a rodar esta mañana. Al llegar a la calle vi que llovía y subí de nuevo a ponerme el chubasquero. No llevaba más de 3 minutos trotando cuando paró de llover. Como había dejado el gorro en casa y hacía mucho frío (al echar el aliento parecía un dragón, como diría mi hija), hice el rodaje de hoy con la capucha puesta.

El entreno de hoy fue suave para compensar el de ayer por la noche. ¿Que por qué hago sólo rodajes de 4 km? Porque no estoy en forma, porque es una distancia que tengo controlada (hasta el puente, cruzarlo y volver), porque estoy entrenando todos los días y no quiero quemarme y, lo más importante, porque si tuviera que emplear más tiempo en entrenar, lo más probable es que no lo hiciera. Cuando me encuentre mejor y disponga de más tiempo libre, aumentaré la distancia. En cuanto al peso, de momento está aumentando. Hoy peso un kilo más que el domingo. Curioso, ¿no?

Por cierto, FELIZ NOCHE Y FELICES FIESTAS A TODOS LOS QUE PASÁIS POR AQUÍ   : D

 

jueves, 23 de diciembre de 2010

DÍA 4: Frío Nocturno

Tras un día de compras navideñas, de cine con mi hijo (fuimos a ver TRON LEGACY) y de cumplir mi promesa de jugar una partida de Wii con él, salí a rodar a las 10 de la noche. Hacía un frío que pelaba con los 4ºC que marcaba el termómetro. El ritmo fue un poco más alto que los días anteriores, haciendo una media ligermente más lenta que 5'/km. Los 4 km de rigor y cuarto día consecutivo de entrenos. A ver cómo me apaño mañana, que es Nochebuena ; D

miércoles, 22 de diciembre de 2010

DÍA 3: Vacaciones de Navidad

Hoy también encontré un hueco. Esta tarde dejé a los niños en las actividades extraescolares, volví a casa, me cambié de ropa y salí a correr 4 km. Volví a casa, me duché, recogí a los niños y ahora me voy a nadar un rato en la piscina mientras ellos van a clases de natación.

¿Cuántos días seguidos seré capaz de salir a correr? Van 3.

martes, 21 de diciembre de 2010

DÍA 2: Abre los ojos

7:09 AM
Abro los ojos. Todavía no ha sonado el despertador. Lo desconecto. Me visto, me calzo las zapas y salgo a la calle. Hace frío pero no demasiado. Me pongo a correr.

Por la noche no podría salir a correr porque voy a ir a cenar con unos compañeros de trabajo. Al mediodía me quedo solo con los niños. El único momento para salir a correr era este.
El trote cochinero y madrugador me dejó buenas sensaciones. Vuelvo a casa tras recorrer 4.2 km.

lunes, 20 de diciembre de 2010

DÍA 1: El inicio del reto

RETO: Objetivo o empeño difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta.

HOY:
Peso: 90,4 kg

Distancia: 5 Km nocturnos a ritmo pastelero. Las piernas no daban para más.

domingo, 12 de diciembre de 2010

VOLTA Á RÍA DE FERROL: EL FONDO DEL POZO

Siempre he tenido la idea de que llegar al fondo del pozo no es malo. Una vez que estás ahí, el único camino posible es hacia arriba. Patada en el fondo y... hacia la superficie. Hoy he tocado fondo en lo atlético. Esta mañana he corrido la media maratón Volta á Ría de Ferrol. Quizá debiera dejar los siguientes datos para más adelante, para dar un poco de tensión al relato pero lo vergonzoso hay que escupirlo pronto para que no amargue en la boca: llevaba sin salir a correr 41 días y he llegado en último lugar.

Desde la Pedestre de Santiago no he vuelto a calzarme las zapas. ¿Pereza? ¿Dejadez? ¿Excusas? No sé. Quizá sea un poco de todo o nada de eso. El caso es que hacía mucho tiempo que quería volver a correr esta media con el «sabor» de salida y meta en Ferrol (como diría Kandpalleiro). Me inscribí la semana pasada y me propuse salir a correr un par de días pero no lo hice. En el puente fui a pasar unos días a Lisboa y, aunque llevé la ropa, tampoco salí. Pero el domingo sucedió algo. Cuando iba a salir del hotel miré por la ventana para ver qué tiempo hacía y vi a un montón de corredores disputando una carrera. Bajé a animar (¡força!) y me enteré de que era la Maratona de Lisboa. Algo hizo clic dentro de mí y comencé a sentir un cosquilleo que se convirtió en picazón que a con el paso de los días se fue transformando en prurito y una comezón que me abrasaba por dentro: tenía que volver a correr. Por motivos diversos no salí a correr esos días lisboetas y, al volver a España, cualquier entrenamiento iba a ocasionarme más perjuicio que beneficio para correr el domingo.

El sábado por la tarde le dije a mi chica que qué le parecía si el domingo iba a correr una media. La cara que puso lo dijo todo. Después se dio cuenta que me refería a la media de Ferrol. Ella siempre me apoya y lo hizo una vez más. Por la noche incluso me recordó sutilmente que no me olvidara de poner el despertador. 

Domingo, 8:30. Suena el despertador. Me había acostado un poco tarde y la niña se despertó (y nos despertó) 5 veces por la noche (que yo me haya enterado). Mi chica se ocupó de atenderla pero no por ello dejó de ser una noche dormida a saltos. Desayuné y me preparé. Consciente de mi lamentable estado de forma decidí no llevar la equipación para que no relacionaran al club con mi patética actuación. Mi hijo se despertó y me dijo con cara de extrañeza: «¿Vas a una carrera?». Le dije que sí y el me contestó con gesto de comprensión: «Vas a Ferrol».

Durante el viaje en coche disfruté de un viaje tranquilo en un precioso día de invierno con temperaturas otoñales. Poco antes de aparcar, vi pasar a Lolo Penas charlando muy animado con una chica. Después me enteré que no competía. Fui a buscar el dorsal y me crucé con tres keniatas calentando. Otros tres keniatas los saludaron con grandes sonrisas. Recogí el dorsal y me encontré con muchas caras conocidas: Beauvais y Canido, compañeros de club a los que expliqué a grandes rasgos las razones por las que no llevaba la equipación, con el gran Jotaeme, con Pipe, Toledano,  Oscar Runner, Pajaro Azul, Rubenigui, Ezeq, Montxo, RoyOrbison, etc, etc. 

Calenté con Jotaeme y fuimos juntos hasta la salida. ¡Pam! Salimos y no me encuentro mal del todo. Veo a Marola y charlamos un par de minutos. Se va y yo continúo, controlando mi ritmo y mi respiración con la intención de acabarla con dignidad. ¡Qué iluso! Antes del kilómetro 10 ya había parado a orinar dos veces (no acostumbro a hacerlo). Las breves paradas me dejaron las piernas temblando y comencé a ser consciente de dónde me había metido. Mes y medio sin entrenar, partiendo de un estado de forma mediocre y, para comenzar, participo en una media. ¡Estoy como una cabra! Por el kilómetro 13 me encuentro con Chema y los correlegas del Panadería D'Osedo. Seguimos juntos, charlando. En el 14 y pico adelantamos a Toledano, que iba andando. En el 15 me deje ir hasta donde estaba Toledano. Lo vi con ganas de abandonar y cometí la crueldad de animarlo para intentar llegar juntos hasta la meta. Yo iba con el piloto automático. Me dolían los abductores y los piramidales. El resto de los músculos simplemente eran de madera. Traté de ayudarle a que acompasara la respiración y a que regulara un poco. Supongo que me odiará.

En el kilómetro 17 comenzó la auténtica tortura. Detrás de nosotros iban dos ambulancias y el coche escoba. Me costaba dar cada paso. Me costaba inhalar el aire. Toledano les pidió agua a los de una ambulancia pero no tenían. ¡Increíble! Kilómetro 18. Kilómetro 19. Iba cantándole a Toledano lo poco que faltaba hasta la meta. Mi cuerpo me pedía abandonar, tumbarme en una acera, sentarme en los mullidos asientos del coche escoba pero la cabeza no le dejaba. ¿Abandonar? Esa palabra no existe. No me encontraba tan mal como para caer desvanecido. Simplemente era dolor. Recordé los últimos kilómetros de las maratones. Las sensaciones que «disfrutaba» eran iguales, si no peores. Paso a paso fuimos recorriendo los últimos metros. Pasado el kilómetro 20, las ambulancias se marcharon. Desde el coche escoba nos dijeron que llegaríamos con el control cerrado pero que nos esperaban en meta. Me ofrecieron agua. Bebí algo menos de  media botella y le ofrecí el resto a Toledano. Ya se ve la plaza. El público y los otros correlegas nos aplauden. Veo la meta. Un poquito más y acaba el dolor. Cruzamos la meta. Entre risas, les digo a los jueces que ya pueden recoger todo, que los últimos ya hemos llegado. Se ponen a charlar conmigo y luego me indican que vaya a recoger la bolsa del corredor, antes de que recojan todo. Como siempre, una pasada. Un maletín para llevar un portátil, una fantástica toalla, una camistea técnica, una barrita energética y un Aquarius (pedí otro, porque sabía que no se lo estaba quitando a nadie). Charlé un rato con Pipe y demás «Esprintes» y, tras despedirme con un apretón de manos de Toledano, me dirigí cojeando hacia el coche.

Y esta fue la crónica de mi patética participación en la Volta á Ría de Ferrol. La próxima será mejor porque no puedo imaginarme nada peor a lo que sufrí hoy. Nos vemos en el asfalto.